Llueve copiosamente hace más de 12 horas en Río de Janeiro. Algunos dicen que esa es la mejor manera para demostrar la tristeza de este pueblo que aún no terminó el duelo por haber sido eliminada del Mundial.

"De fútbol no hablo”. Una y otra vez se escucha esa frase de los brasileños que no quieren hablar del tema y, mucho menos, con un argentino. “Ya está, no hay nada más que hablar. Pero ustedes pierden con Alemania”, insiste Jorge, no el de Avenida Brasil, sino el conserje del hotel con cara de pocos amigos.

Los cariocas se levantaron más molestos que cuando Alemania los goleo. El diario deportivo Lance tituló "Cobarde", pero uno se asusta aún más cuando descubre que esa fue la palabra para describir a Neymar, el ídolo. Ese es el precio que pagó el futbolista por haber reconocido públicamente que “torcerá” por Argentina, porque juegan sus amigos Lionel Messi y Javier Mascherano, que además son sus compañeros de Barcelona. 


Obvio que no todos los medios lo cuestionaron de esa manera, otros en cambio, sí lo atacaron por haberse prestado al juego. La poderosa cadena O Globo considera que su actitud tiene un solo motivo: su presencia en la concentración y sus ganas de acompañar a la selección es una manera de tapar el fracaso.

“No tienen perdón lo que hicieron con el pueblo. Son unos caraduras”, insiste Josefina Leao, pero no habla de la actuación del equipo de Felipe Scolari, sino de la mafia de reventa de entradas que desató un escándalo en Brasil. La policía está buscando a todos los miembros de la red que estarían muy vinculados a altos directivos de la FIFA.

“No ganamos la Copa, nos goleó Alemania, se robaron todo y encima nos estafaron con las entradas. ¿Así querés que hable de fútbol?”, pregunta Jorge. Mejor no.