El miércoles, Randazzo lo saludó fríamente y otros ministros lo aplaudieron por necesidad. Ninguno se sintió cómodo como partenaire del hombre procesado. Ayer, ya fueron los miembros del bloque oficialista del Senado los que le dieron la espalda: le dijeron que ni aparezca por el recinto de sesiones porque afecta el funcionamiento institucional de la República. Con tantas señales explícitas, ¿por qué Boudou sigue aferrado al cargo y no pide licencia o renuncia? Antes de la sesión hubo una reunión en la Casa Rosada, convocada de urgencia al mediodía para decidir qué hacer con el vice. Se resolvió sacarlo de la cancha, esconderlo, apartarlo; algo que ya viene haciendo el Gobierno cada vez que lo manda fuera del país. Lo único que cabe decir es que Cristina es la única que lo sostiene. Sólo ella. Más aún, el mensaje que dieron los kirchneristas también apunta a la Presidenta: le están dando la espalda, lentamente. Un síntoma de que el poder se está erosionando y que algunos andan con una lija en la mano. Al margen: Cristina lo saca del Senado para salvar la institucionalidad, pero lo envía como figura central del Día de la Independencia a Tucumán. Vergüenza para un caso y desvergüenza para el otro. Alperovich debería tomar nota.