Por Sebastián Fest, DPA

RÍO DE JANEIRO.- “Dejame disfrutar un poco... ¡Sabés lo que esperé esto! Es mi primera vez, seguramente mi única”. Cuando Javier Mascherano dice “esto” se refiere a la Selección en la final ante Alemania. Pocos tienen más derecho a plantear el pedido: sin él, Argentina quizás estaría el sábado en Brasilia midiéndose con el local por el tercer puesto.

Hubo un instante clave en el 0-0 entre argentinos y holandeses. Una jugada que se encaminaba a ser gol de Arjen Robben con los 90 minutos agotados. Era el 1-0 para Holanda, el pase a la final y la frustración argentina. Era el regreso de aquel tanto de Denis Bergkamp en el minuto 89 de los cuartos de final de Francia ‘98, que puso a la “oranje” en semifinales y envió a la albiceleste de regreso a casa. Pero Mascherano no es Roberto Ayala, el infortunado marcador burlado por Bergkamp en aquella ardiente tarde sobre el Mediterráneo francés. Bajo la fría lluvia, “Masche” estiró su pierna derecha al límite y desvió con lo justo el toque de zurda de Robben.

Tan al límite, que un gesto de intenso dolor se adueñó enseguida de él. “Me abrí el ano. Qué querés que te diga... Y por eso el dolor. No quiero ser grosero”. Pero nadie en Argentina le echaría en cara grosería alguna a Mascherano.

Tras un inicio complicado en Brasil 2014, Mascherano pudo dedicarse a lo que mejor sabe, a quitar en el medio y apoyar a la defensa. A ser Mascherano, en definitiva. Y a arengar, a actuar como capitán aunque desde 2011 haya cedido el brazalete a Lionel Messi. En un fútbol como el argentino, amante de los mitos y de lo vibrante, tiene ya un lugar asegurado entre los grandes momentos de la historia.

“Hoy, ¡hoy! Vos te convertís en héroe. ¿Está?”, le dijo al arquero Sergio Romero en los instantes previos a la serie ganada 4-2 por Argentina. Romero fue obediente y detuvo dos penales. La imagen, que se viralizó en cuestión de minutos en la Argentina, dio pie a una parafernalia “mascheriana” que llegó a convertir al hombre con la camiseta “14” en un moderno “Che” Guevara del fútbol. En Twitter, los #maschefacts fueron trending topic; y él, un héroe nacional.

Oscar, el padre de la criatura y el argentino más feliz

BUENOS AIRES.- Oscar Mascherano fue de los tantos que no pudo pegar un ojo tras la épica clasificación a la final. “Siento mucha alegría por lo que sucedió el miércoles. Por la manera, por cómo el equipo jugó y se entregó. Una alegría enorme. Ahora tenemos que esperar un poquito más para ver si conseguimos lo que tanto deseamos durante muchos años”, dijo el papá de Javier, reconociendo antes que nada a todo el equipo y aclarando: “todavía no se logró el objetivo final, que realmente esperamos”.

Uno de los momentos más impactantes para Oscar fue cuando su hijo se golpeó la cabeza al chocar con Georginio Wijnaldum. “Pero no lo sacaban ni loco de la cancha, se estaba jugando algo importante”, aseguró. “Igualmente, el momento que más sufrí fue cuando Robben se llevó la pelota. Vi que perdíamos el partido. Por suerte, Javier sacó fuerzas no sé de dónde y pudo obstaculizar el remate”, señaló orgulloso, como todos.

Según Oscar, su hijo es la persona adecuada para llevar adelante el grupo, algo que todos los argentinos ya le agradecieron esperando que la gloria se repita el domingo, en la final contra Alemania. (DyN - Especial)