“La vida y la obra de Pablo Picasso se confunden con la historia del arte del siglo XX. Es imposible comprender a la pintura moderna sin Picasso pero, asimismo, es imposible comprender a Picasso sin ella. No sé si Picasso es el mejor pintor de nuestro tiempo: sé que su pintura, en todos sus cambios brutales y sorprendentes, es la pintura de nuestro tiempo. Quiero decir: su arte no está frente, contra o aparte de su época; tampoco es una profecía del arte de mañana o una nostalgia del pasado, como ha sido el de tantos grandes artistas en discordia con su mundo y su tiempo. Picasso nunca se mantuvo aparte, ni siquiera en el momento de la gran ruptura que fue el cubismo”.
Este texto, “El cuerpo a cuerpo con la pintura”, del gran escritor mexicano Octavio Paz, resume un poco la significación histórica del artista.
Más allá de las animadas anécdotas que retratan su vida (muchas de ellas inventadas por sus discípulos) y de su atractiva vida privada, sobre la que se han realizado películas, Picasso fue uno de los grandes artistas de la modernidad, para decirlo de ese modo.
Pintor, grabador, impresor, ceramista y escultor, el artista malagueño abordó además otros géneros como el dibujo, la ilustración de libros y el diseño de escenografía y de vestuario para montajes teatrales.
Prolífico
Picasso participó desde la génesis en muchos movimientos artísticos (entre ellos el cubismo) que se propagaron por distintos países y ejercieron una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo.
Incansable y prolífico, realizó una obra inmensa en cantidad y calidad, presente en museos y colecciones de toda Europa y del mundo.
En lo político, el artista se declaraba pacifista y comunista. Efectivamente, fue miembro del Partido Comunista Francés hasta su muerte y un fuerte impulsor de la obra de arte como espacio de expresión y de denuncia social.