RÍO DE JANEIRO, Brasil.- De villano a héroe. Ni más ni menos. Eso es lo que ha conseguido ser el arquero Sergio Romero al darle a Argentina la posibilidad de jugar una vez más la final de un Mundial, y en esta oportunidad nada menos que en Brasil.

“La verdad que esto es suerte”, dijo “Chiquito” una vez que las pulsaciones comenzaron a bajar. Pero… ¿No hubo alguna ayuda extra? Al menos eso pareció cuando se le vio entre sus guantes un papelito con una serie de anotaciones en la previa a los penales.

De todos modos el propio jugador se encargó de desmentir eso, al afirmar: “No tenía ningún nombre, ni nada. Era algo personal, algo que me hace muy bien y me viene ayudando”. Sea lo que sea, en hora buena, para él y todos los argentinos.