Por Sergio Goycochea

Muy poco importa a esta altura de los hechos analizar cómo jugó la Selección. Lo que todos vimos fue una partida de ajedrez, en la que ambos rivales se fueron midiendo a medida que pasaban los minutos.

Lo importante es que la Argentina, después de 24 años, vuelve a estar en una final de Copa del Mundo. Realmente, la alegría que vivió la gente en San Pablo y en todo el país fue indescriptible.

Grande, “Chiquito” Romero; bien, Marcos Rojo; enorme, Javier Mascherano. Forman parte de un equipo que, creciendo de a poquito, llega a esta final.

Lo que viene será una final en el tan mítico Maracaná, con todo lo que significa.

Ahora hay que empezar a pensar en Alemania, un rival duro, un adversario que muchos creen que será difícil de vencer.

Pero esta gloriosa camiseta de la Argentina todo lo puede, así que vamos con toda la fe para el partido del domingo, en busca de levantar nuevamente la Copa del Mundo.

Será un 13 de julio para volvernos a encontrar.

Un beso y un abrazo grande.