El silbato de Louis van Gaal suena como el timbre de una fábrica y el plantel holandés forma un círculo en torno a su entrenador. Son las 11.30 y la lluvia se toma un respiro mientras los holandeses están a punto de iniciar la práctica.

Es tan plomiza la mañana que las torres de iluminación del estadio Pacaembú se encienden como si cayera la medianoche sobre San Pablo. Del aguacero, el césped ni se enteró. La cancha se ve tentadora, mullida, como para acostarse a mirar pasar las nubes. Pero los holandeses llegaron para otra cosa.

La última práctica antes de la semifinal concentró un batallón de periodistas y fotógrafos. Sólo tendrán 15 minutos para esbozar mil conjeturas, porque después Van Gaal sellará las puertas y activará sus fórmulas secretas. Dentro de un arco hay 10 pelotas, las Brazucas mundialistas, y Wesley Sneijder no puede con su genio: busca una suelta y la manda a guardar. Ya son 11, pero un ayudante las despega de la red porque le toca fusilar a los arqueros.

El precalentamiento es terreno exclusivo de un personaje: el preparador físico. Grita, azuza al grupo, lo exige. Arjen Robben es eléctrico, nunca está quieto, hace todo al doble de la velocidad requerida. Este hombre se muere por jugar la semifinal. Patrick Kluivert, ayudante de Van Gaal, da saltitos, elonga y enfoca a los futbolistas con una melancolía que parte el corazón. Qué delantero fue, por Dios. ¿Y Robin van Persie? ¿Por qué apenas se mueve? Lo castiga una enterocolitis, pero será muy difícil que se pierda el partido. Nigel de Jong también quiere estar, pero lo suyo es más delicado. Van Gaal lo necesita para que batalle contra Javier Mascherano en el círculo central. Aquí todo es posible.

Diferentes momentos

Los arqueros marchan a revolcarse en el área más alejada. Tim Krul trota despacito. De cerca parece más gigante de lo que muestra la televisión. Levanta los brazos y el travesaño le queda al alcance de la cabeza. Cuando las puertas queden selladas a cal y canto practicará penales, porque para eso está en el plantel de Van Gaal. Y hablando de blindajes, una voluntaria tan hermosa como inflexible retira a todos los curiosos del Pacaembú. A propósito, ¿sabrá Van Gaal que este estadio, antiguo y bellísimo, es considerado mufa por los brasileños?

De eso no habló en la conferencia de prensa ofrecida en el Arena Corinthians. Sí puntualizó que tiene el listo el plan para contrarrestar a Argentina, aunque rechazó un sistema de marcaje destinado a frenar a Lionel Messi. “Fue elegido mejor jugador del mundo y quiere demostrarlo con su equipo nacional. Nosotros debemos ocuparnos de que eso no ocurra”, apuntó el DT, quien una vez concluida la Copa asumirá la conducción de Manchester United.

A lo Alejandro Sabella, Van Gaal se negó a imaginar el desarrollo de la semifinal (“Argentina emplea distintas formaciones y no sé cuál usará esta vez”, explicó) y tampoco le dieron ganas de vengarse de quienes tanto lo criticaron por haber traído a Brasil una selección muy joven.

“Todo el mérito es de los jugadores”, fue la frase hecha elegida. Dijo que sus hombres no sentirán el cansancio del alargue contra Costa Rica, más allá de que dispusieron de escasos días para recuperarse, y hasta les envió un consejo a los padres holandeses: “Dejen que los chicos vean el partido. Es un acontecimiento único. Además están en vacaciones, y quedarán tan agotados por la tensión que se dormirán en el acto”. Claro, en su país la semifinal terminará disputándose a las 12 de la noche.