Después de hablar maravillas de Enzo Pérez, Alejandro Sabella se animó a anticipar que casi son seguridad será el reemplazante de Angel Di María. Se había olvidado de agregarlo, pero después añadió a Marcos Rojo a esta minilista de elegidos para enfrentar a Holanda. Con todo el juego sobre la mesa, sólo queda una posibilidad de cambio en la Selección: que Ezequiel Lavezzi le deje el puesto en la mitad de la cancha a un volante neto, de mucho recorrido por la banda. Pero el DT no se animó a tanto y, fiel a su laconismo prepartido, paró la pelota con las novedades.

El encuentro de Sabella con la prensa le bajó la persiana a un martes agitado para la Selección, vivido al ritmo alocado que impone la Copa del Mundo. Por la mañana, tras un vuelo de una hora, el grupo aterrizó en San Pablo. Después del almuerzo, de la sobremesa y de un breve descanso, vieron el primer tiempo de Alemania-Brasil. Luego se subieron al ómnibus y arribaron al Arena Corinthians justo para apreciar el desenlace del 7 a 1 en el vestuario. Rápido salieron al campo de Itaquera, con Javier Mascherano al frente, y efectuaron la última práctica antes del choque con los “naranjas”. Todo en un solo día.

Del entrenamiento sólo se vieron los 15 minutos iniciales. Suficiente para detectar a Sergio Agüero moviéndose al mismo ritmo de sus compañeros. Sabella apuntó que está apto para jugar. ¿Ingresará en el complemento? Dependerá del rumbo que tome la semifinal. En tanto, Di María trotó con suavidad, ilusionado con jugar el fin de semana. “Di María fue campeón de la Champions, es el hombre que todos quieren en Europa”, recalcó el DT cuando le preguntaron sobre la importancia de la baja. Pero sobre el pucho subrayó que Enzo Pérez fue elegido mejor jugador de la Liga de Portugal. “Ya lo felicité personalmente, faltaba hacerlo en público”, deslizó el entrenador. Fue, en realidad, un mensaje a quienes lo criticaron por haber citado un futbolista que pocos tenían en cuenta en nuestro país.

¿Y qué hay de los holandeses? Sabella elogió a Arjen Robben y habló de la necesidad de ocupar bien los espacios para que no ataque lanzado en velocidad. También le tiró cientos de flores a su colega Louis van Gaal. Fue claro: para vencer a los “naranjas” habrá que hacer las cosas mejor que contra Bélgica. Equilibrio e inteligencia forman la base de su credo y no se privó de repetirlo apenas le solicitaron un análisis del partido que piensa plantear.

“Este grupo ya ganó”, resaltó Sabella. Se refería al acceso a semifinales después de 24 años y a la presión extra que el plantel se sacó de encima. “Pero la presión siempre está”, recordó. “El piso de logros que nos habíamos fijado era estar entre los cuatro primeros y lo logramos -añadió-. Tenemos que sentirnos orgullosos y acompañar a los jugadores para subir un escalón más. Hasta acá hubo alegría y optimismo, pero se festejó con mesura porque hay que guardar fuerzas, porque lo que viene es cada vez más difícil”.

Le preguntaron sobre los hinchas que están dispuestos a pagar 2.500 dólares por una entrada. “Si pueden darse el gusto, bienvenido sea. Pero me parece muchísimo dinero. Por suerte yo estoy en el campo. Me gustaría estar más adentro aún, pero ya estoy grande”, sostuvo con una sonrisa, de las escasas que suele ofrecer cada vez que afronta la ronda de prensa. De todos modos es un Sabella mucho más relajado que el de los primeros partidos, cuando ofrecía respuestas monosilábicas, tal vez buscando segundas lecturas en cada cuestionamiento.

Sobre la deblacle sufrida por los brasileños. Sabella prefirió no explayarse demasiado. Mencionó, en más de una ocasión, lo ilógico que suele resultar el fútbol. “Son resultados que se dan de tanto en tanto, sobre todo cuando se enfrentan dos potencias, y si no me equivoco Brasil y Alemania son los más ganadores. Por eso el fútbol es tan lindo, ¿no?”, comentó Sabella. Y en algún momento, más adelante, coló una de sus frases de cabecera, como invitando a todos a mantener los pies sobre la Tierra: “los argentinos nos creemos más de lo que somos”.