Llegaron los alemanes a Belo Horizonte. Conforman una banda rubia, homogénea, ruidosa y optimista. Se cruzan con los brasileños por la calle y levantan dos dedos. 2 a 0. Fue el resultado de la final del Mundial 2002, aquella definida con dos sablazos de Ronaldo. Los alemanes no olvidan y mastican la revancha con la fruición que les dedican a las salchichas y al chucrut. Copan el barrio Savassi y buscan alguna cerveza fuerte, bien europea. A la omnipresente Brahma la miran como un mal menor, levantan los jarros de tres litros y se mandan la tercera parte del contenido como quien se toma un mate.
Los anfitriones, mientras tanto, arman la fiesta con el más bajo de los perfiles. Extraño en ellos. Pero la lesión de Neymar, la suspensión de Thiago Silva y lo mal que viene jugando el pentacampeón obligan a poner la pelota del festejo bajo la suela. Ya habrá tiempo para salir a la calle si Brasil se marcha victorioso de Minas Gerais, rumbo a la final. Los vendedores echan el resto y las cornetas que antes del cruce con Chile se vendían a 10 reales ahora se consiguen a 7. Es cuestión de saber regatear, un arte que los mercachifles locales dominan con paciencia otomana. Lo importante es que siempre, siempre, se puede obtener alguna rebaja.
El Mineirao se prepara para su último compromiso mundialista. Los cientos de voluntarios organizan una fiesta pospartido, con entrada libre. El trailer de acreditación y la sala de prensa continuarán abiertos hasta el domingo, pero se sabe que el jueves ya no quedará ni el loro en Belo Horizonte. Sólo el Fan Fest seguirá funcionando, en especial con la perspectiva de transmitir por las pantallas gigantes a Brasil disputando la final.
“¿Argentina? Los esperamos en la final. ¿Ustedes no aprenden, eh?”, sentencia Helmut Krill en un inglés más que aceptable. Está despatarrado en un bar al paso, cercano al Mercado Central, solo su alma con los porrones alineados.
Por alguna extraña razón no quiere fotos, pero se presta al diálogo. Tiene un ejemplar del diario deportivo Lance!, que ayer puso en la tapa a Messi, David Luiz, Müller y Robben, con el título “4 Fantásticos”. ¿Quién se llevará la Copa”, pregunta Lance! Helmut señala a Müller y recuerda el 4 a 0 sobre Argentina de Sudáfrica 2010. Después lanza una carcajada, llama al mozo y pide otra cerveza.