BRASILIA, Brasil.- Apenas Nicola Rizzoli dio el pitazo final, Javier Mascherano clavó sus rodillas en el césped del estadio Mané Garrincha y lanzó un "rugido" de gloria, por haber clasificado a la Argentina a semifinales de un Mundial después de 24 años. El "Jefecito" se mostró desencajado de la euforia y se abrazó con Martín Demichelis, que fue a buscarlo para celebrar con él. Un titán.