La disminución de los rendimientos de la soja por las adversidades climáticas de las tres últimas campañas, sumado a los incrementos en los costos de producción y las presiones impositivas, determinaron una importante disminución de la rentabilidad de este cultivo.

Así lo señala un informe de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), con la firma de los profesionales Mario Devani, Daniela Pérez, María V. Paredes, Graciela Rodríguez y Fernando Ledesma.

Entre los costos incrementados, el gasto de barbecho a cosecha tuvo un aumento del 12%, en el trienio 2010-11 y 2012-13, considerando todas las prácticas necesarias para el cultivo, según el estudio.

Para igual período, el gasto en herbicidas creció en un 49%, debido principalmente al mayor precio del glifosato, admitiendo que los campos estaban libres de malezas tolerantes. Sin embargo, en lotes con presencia de malezas resistentes ese gasto se incrementó más del doble.

Control de malezas

La presencia de las malezas resistentes a glifosato es un problema que preocupa cada vez más a los productores, remarcaron los profesionales.

Para definir estrategias de manejo que mantengan las poblaciones en niveles adecuados y prevenir la selección de nuevas resistencias, es primordial que técnicos y productores tengan conocimiento de las malezas presentes en su campo.

Se tienen en cuenta las especies, banco de semillas, biología, formas de propagación, herbicidas que las controlan y estadios de más susceptibilidad, entre otros conceptos.

El manejo convencional con glifosato responde al concepto de controlar las malezas una vez que han emergido.

En cambio, al agregar los herbicidas pre-emergentes al esquema se busca controlar un porcentaje importante de las malezas durante su germinación, que en general es el estado más susceptible del cultivo.

La posterior aplicación de glifosato en pos-emergencia permite lograr un cultivo con muy poca competencia.

El agregado de herbicidas de distintos modos de acción, además, evitaría o retrasaría la aparición de biotipos tolerantes o resistentes.

Hay diversos herbicidas pre-emergentes que tienen buen control sobre las diferentes malezas resistentes en los cultivos de soja: metolaclor, diclosulam, sulfentrazone, clomazone, imazetapir, tiencarbazone y flumioxazin, entre otros.

Son muy pocos los que tienen control sobre todo el espectro de malezas y, por esta razón, es necesario recurrir a mezclas de productos, buscando combinar, además, modos de acción.

Las mezclas posibles de pre-emergentes son varias y la elección de cuál se usará dependerá del banco de semillas, del tipo de malezas presentes, de su biología y de la oportunidad de aplicación.

El costo de las diferentes mezclas osciló alrededor de los 36 U$S/ha, más IVA. El beneficio real estará asociado a la selección de los productos más efectivos para cada escenario.

Cuadro

El informe de la Estación Experimental exhibe un cuadro en el que se consideraron tres situaciones: dos de ellas sin malezas resistentes en el campo; y la última con gramíneas anuales resistentes a glifosato.

En el primer caso se realizó un manejo convencional con glifosato; en el segundo se agregó al esquema una mezcla de herbicidas en pre-emergencia para prevenir la aparición de resistencias; y en el tercero, además de los pre-emergentes, se incluyó la aplicación de un graminicida.

El tratamiento convencional con glifosato mostró un gasto de 61 U$S/ha y abarcó tres aplicaciones: dos barbechos, uno en invierno y otro en verano, ambos con glifosato + 2,4 D, y una aplicación de manejo con glifosato.

El tratamiento preventivo incluyó esas mismas aplicaciones, más una mezcla de pre-emergentes, sumando un gasto de 104 U$S/ha, valor un 70% superior al del manejo convencional.

En el tercer caso se realizaron las mismas aplicaciones que en el segundo, pero además se utilizó un graminicida. El gasto fue de 142 U$S/ha, un 30% más que en el caso segundo, y un 133% más que en el primero (los precios no incluyen IVA).

Recomendación

Cuando se adoptan decisiones respecto de la estrategia productiva, es fundamental tener una mirada del sistema, todos los elementos e interrelaciones que lo componen, y recurrir a las elecciones de menor impacto. En el caso particular de las malezas, un manejo preventivo a largo plazo disminuiría la probabilidad de llegar a situaciones de alta presión y a la aparición de biotipos resistentes, cuyo control implica mayores costos.