Por Diana Renée, DPA

A los 22 años, son los más jóvenes aspirantes a los títulos de estrella y de artillero de Brasil 2014. Mañana Neymar y James Rodríguez librarán su primer duelo directo en el choque Brasil-Colombia, por el pase a las semifinales.

Tienen varias cosas en común, además de la edad. Ambos disputan por primera vez un Mundial y brillan, no sólo por los goles anotados en los cuatro primeros partidos, sino también por la madurez demostrada. En lugar de intimidarse ante el desafío que supone la máxima cita, los debutantes se afianzaron como los jugadores de referencia de sus selecciones.

Carismático y mediático, Neymar es el gran líder de un Brasil desordenado y tenso y se echa al hombro al equipo en los momentos más difíciles, para evitar en naufragio precoz del sueño de conquistar el “hexacampeonato”. Pese a ello, muchos analistas sostienen que la gran estrella del Mundial hasta ahora es Rodríguez, quien con cinco tantos es el líder solitario de la tabla de artilleros. Su presencia en el equipo colombiano hace realista la aspiración del equipo “cafetero” de concretar una hazaña histórica: eliminar a los “pentacampeones” y meterse por primera vez en semifinales.

Aunque tienen la misma edad y nacieron en países vecinos, las dos estrellas nunca estuvieron frente a frente sobre el terreno de juego. Deberían haberlo hecho en 2011, en el Mundial Sub 20, pero Neymar se lesionó y fue excluido de la selección brasileña. Y Neymar tampoco tuvo que disputar las eliminatorias mundialistas sudamericanas -en la que Rodríguez brilló solitario en el equipo colombiano que terminó segundo-, ya que Brasil, como país anfitrión, ya tenía un cupo asegurado en la cita.

El partido de cuartos en Fortaleza será el primer duelo directo entre ambos. Uno de ellos avanzará con su equipo y seguirá en la lucha por el título de mejor jugador del Mundial. Pero sea cual fuere el resultado, el duelo no se terminará en Brasil: por su corta edad y su gran talento, todo indica que Neymar y Rodríguez son las estrellas de hoy que tendrán dos o hasta tres mundiales más para medir fuerzas y encantar al planeta.