Khumba es una cebra diferente. Mientras todas las otras de su manada tienen el cuerpo completamente cubierto de rayas, el dibujo sólo la alcanza en su mitad delantera. El resto es absolutamente blanco, lo que la hace objeto de burlas y segregaciones entre los animales de su especie.
La cebra sin rayas es culpada de las desdichas que caen en la región, en especial de la falta de lluvias en la sabana africana. Por este motivo, es expulsada del supersticioso grupo que integra y obligada a emigrar. Su objetivo, a partir de ese momento, será conseguir todas las líneas que le faltan a su cuerpo para volver victoriosa y ser reintegrada, como una más.
Para alcanzar su propósito, deambulará en la búsqueda de un legendario pozo, recorrido en el que conocerá a una serie de personajes extravagantes: un ñu sobreprotector, Mamá V y Bradley, un obsesionado avestruz. Pero no sólo de amigos se hace. Khumba también conoce y debe enfrentarse al temible Phango, un leopardo autoritario y sádico, que aterroriza a todos los animales en la zona.
El cuarteto comparte las aventuras pensadas para los más chicos, con el mensaje de que la tolerancia es fundamental en las construcciones sociales y en la aspiración de tener una comunidad mejor, con beneficio para todos. Así, la diversidad es tomada como algo positivo.
La película de animación fue realizada en Sudáfrica, país que conoce lo negativo de la segregación racial como pocos en el mundo, y fue presentada para disputar el premio Oscar de este año en esa categoría, sostenida a partir de la técnica alcanzada y de la reproducción fiel de los ambientes en que se desarrolla la historia. Su director, Anthony Silverston, debutó en los largometrajes con este filme del que también es guionista, que se proyecta con una traducción al castellano que impide escuchar las voces originales. Debe haber quedado conforme, porque ya se está produciendo “Khumba 2”, a estrenarse en 2015.