Es tal vez uno de los escritores infantiles que más sedujo a Hollywood. De hecho, varias de sus novelas se convirtieron en un rotundo éxito gracias al cine. Al menos en nuestras latitudes.
Sí, porque “Charlie y la fábrica de chocolate”, “Gremlins”, “Matilda” y “Las brujas” ya eran legendarias en Estados Unidos y en Europa, pero en la Argentina, hicieron furor en la pantalla grande antes que en las librerías. Son historias que vale la pena conocer; sobre todo ahora, que estamos a pocos días de las vacaciones de invierno.
Nacido en Gales y de ascendencia noruega, Roald Dahl (1916-1990) medía casi dos metros de altura y tenía un aspecto desaliñado que generaba rechazo. Sin embargo, su carácter bonachón hacía que esa apariencia descuidada fuera casi una virtud. También tenía una manía particular: escribía en una pequeña choza (“la cabaña de escribir”), sentado en un sillón con una tabla colocada sobre los apoyabrazos.
Comenzó con la literatura de manera profesional en la década de los cuarenta -tras servir en las Fuerzas Aéreas británicas durante la II Guerra Mundial- pero sus obras más populares surgieron a partir de 1960. Ni la vejez, ni la enfermedad, apagaron su inspiración: en sus últimos diez años de vida escribió éxitos como “El gran gigante bonachón” (1982), “Las brujas” (1983), “Boy (relatos de la infancia)” (1984) y “Matilda” (1988).
Fue un filántropo cascarrabias admirador del universo infantil, un tierno cínico y un antisemita con amigos judíos. Era maleducado pero cautivador, cuya debilidad era la familia y su afición más frecuentada, la infidelidad.
Pese a disfrutar de los caprichos y la buena vida, era capaz de sacrificar todo por sus hijos y su mujer, la actriz ganadora de un Oscar Patricia Neal, a la que ayudó a recuperar el habla y a volver a caminar cuando ella sufrió tres aneurismas cerebrales en 1965, durante el embarazo del quinto hijo del matrimonio.
La estrella de Hollywood estuvo tres semanas en coma y gracias al esfuerzo personal de Dahl logró superar las secuelas. En la cara oscura de la relación estaban los celos por el éxito profesional de su mujer y las variadas infidelidades del escritor con (entre otras) Felicity Crosland, amiga de Patricia, que en 1983 se convertiría en su segunda esposa.
El escritor murió en 1990 a causa de una leucemia, a los 74 años.
“El que no cree en la magia nunca la encontrará” (“Las brujas”)
El primer libro infantil de Dahl fue “Gremlins” (1943), que fue llevado al cine por Steven Spielberg, con la dirección de Joe Dante. La misma suerte corrió “Charlie y la fábrica de chocolate”, tal vez su relato más famoso, que tuvo dos versiones en el cine. La más exitosa, fue la de Tim Burton, con Johnny Depp como Willy Wonka y el pequeño Freddie Highmore como Willy. Una delicia imposible de olvidar.
La verdadera fábrica de chocolate
En los años veinte del siglo XX Cadbury y Rowntree eran las dos grandes empresas dedicadas a la fabricación de chocolate en el Reino Unido. La rivalidad los llevó a blindar sus fábricas para evitar el espionaje sobre los procesos de elaboración y las novedades. Dahl relata en “Boy (recuerdos de la infancia)”, que Cadbury mandaba a su colegio muestras de nuevos productos para que los niños opinaran sobre ellos. Esto fue la génesis de “Charlie y la fábrica de chocolate”, en la que Dahl relata la vida de un niño muy pobre que se convierte en uno de los ganadores del concurso que organiza el rico empresario chocolatero Willy Wonka. El premio no se reduce a visitar la fábrica, rodeada de magia y misterio, sino que promete un premio sorpresa.