ACTÚA HOY

• A las 19, a las 21.30 y a las 22.30, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265), con entrada libre y gratuita


“Lo que ves cuando no ves”. Esta inquietante consigna abre la página de Internet de la compañía Teatro Ciego. Estar en un espacio sin luz es uno de los miedos atávicos del hombre, que se transmite de generación en generación y que produce sensaciones de inseguridad, temor y soledad, aún estando acompañado.

Quienes soportan esa ausencia deben superar lo que se registra como una limitación y construir su vida con otras luces y colores. En ese contexto, aparece “lo que ves” sin mirar con los ojos: texturas, sabores, sonidos, temperaturas y un sinfín de sensaciones que surgen “cuando no ves”.

La experiencia de enfrentarse a un mundo diferente implica un desafío personal. Hoy se lo podrá comprobar, en el inicio del XVI Julio Cultural, cuando el elenco presente su espectáculo teatral musical “Un viaje a ciegas”. La obra se realizará en el subsuelo del Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265), en dos horarios: a las 19 y a las 20.30. Será con entrada libre y gratuita, pero por la capacidad limitada del espacio se deben retirar con anticipación.

“En la actualidad nuestra cultura y nuestra forma de percibir el mundo pasa principalmente por las imágenes visuales, que son casi el 80% de la información que recibimos. No estamos acostumbrados a usar nuestros otros sentidos. Cuando anulamos la vista, nuestra mente destina los recursos que antes afectaba a procesar la información visual hacia los demás sentidos”, explica Martín Bondone, director general de la compañía, en diálogo con LA GACETA. O como expresa una de las consignas principales del grupo: “No vas a ver en ningún momento, pero sí oler, escuchar y sentir como nunca antes”.

- ¿Qué puede esperar el público que se acerque a su obra?

- Lo primero que se lleva es una gran sorpresa. Una obra de teatro ciego tiene como componente principal la estimulación de los sentidos no visuales. Al no ver, los espectadores se ven forzados a agudizar el oído, el olfato y la percepción táctil, así como el gusto en algunos casos, como en el espectáculo “A ciegas gourmet”. El teatro ciego no es un teatro “para” ciegos, sino de todos. Las personas con o sin discapacidad visual lo disfrutan por igual; en el último caso, aprecian una obra de estas características y tienen la experiencia de decodificar el mundo desde un lugar totalmente diferente. Redescubren una parte de su percepción que tenían olvidada o relegada.

- ¿En qué consiste su propuesta estética y escénica?

- Los espectadores ingresan a una sala que se encuentra total y absolutamente oscurecida, con el acompañamiento de los actores de teatro ciego, quienes los guían hacia su butaca. La obra transcurre entre el público, no hay un escenario delimitado, sino que la puesta es en 360 grados. Esto genera que se sienta inmerso en la escena y termina imaginando toda la obra; a veces la experiencia es tan realista que siente que está “viendo” a los personajes, cuando en realidad todo lo que sucede es producto de su imaginación. Los olores, el viento, la lluvia o los diferentes efectos de sonido ocurrirán en cada escena para lograr una experiencia única.

- Aparte de la ausencia de la luz, ¿hay alguna diferencia con otra propuesta teatral?

- La dramaturgia del teatro ciego tiene una estructura similar a la del cine: al no ser necesario un cambio escenográfico o de vestuario, los cortes de tiempo y espacio son instantáneos. Se puede cambiar de una escena a otra inmediatamente, pasar de la selva a la ciudad o de una época a otra.

- ¿Cuáles con las dificultades más frecuentes con el público?

- Por lo general la respuesta del público es excelente. En casos contados y aislados, hay personas con miedos o fobias preexistentes que no soportan el hecho de estar en completa oscuridad.

- ¿Cómo se enfrentan a sus propios desafíos artísticos?

- El arte es un desafío en sí mismo. Uno tiene que transgredir, contar algo, expresarlo de forma metafórica. En nuestro caso puntual, todo lo que realizamos es de vanguardia: por un lado nos da mucha libertad; pero, por el otro, al no tener referencias previas, se nos hace mucho más difícil. No existen otras experiencias de donde podamos nutrirnos. La mayoría de nuestras obras son creaciones originales pensadas para teatro ciego, con una forma diferente de contar las historias.

- La limitación de no tener un sentido, ¿es posible de explicar o de compartir?

- Lo novedoso de nuestra técnica es su poder igualador entre actores y público. Por un momento, aunque sea breve, todos podemos vivir la utopía de ser iguales, independientemente de nuestra apariencia o condición física. Se borran las diferencias que tienen que ver con la percepción superficial que solemos hacer al observar algo. En Teatro Ciego, “lo esencial es invisible a los ojos”.

- ¿Estamos aún lejos de la integración plena?

- Una persona discapacitada debe luchar con una sociedad que no lo contiene ni está preparada para hacerlo porque está fuera de la “norma”. Es una batalla cotidiana, donde el discapacitado enfrenta un sinnúmero de obstáculos y limitaciones. Nosotros no trabajamos con la discapacidad de las personas sino con su capacidad, hacemos arte en general y teatro en particular. Y la vida no es una obra de teatro. Lo que sí es indiscutible es que al obligar a una persona a pensarse en otro lugar, a imaginarse usando sólo sus sentidos no visuales, se genera un cambio y una ruptura de prejuicios que tienen que ver con la percepción de la ceguera, pero también con la propia conciencia del espectador. Nuestro objetivo es hacer teatro desde un lugar transgresor, innovador y provocativo. Luego el espectador decodificará lo que sienta, pero eso es algo que no podemos manejar.

“Debería ser algo normal”

Desde la asociación tiflotuc se pide que haya acciones con continuidad para la inclusión

“Esta clase de espectáculos debería tomarse como algo normal. Que una persona ciega haga teatro no debe llamar la atención; en realidad, debe ser tomado como algo que realizan personas, más allá del condicionante de no ver”, afirmó Fabiana Blasco. La titular de la asociación Tiflotuc (Ver y Tocar Tucumán) recordó que su organización ya realizó experiencias con proyecciones de películas a oscuras: “vendar los ojos de la gente hace que sienta de otra manera, se logra que la persona que ve se acerque a conocer que, realmente, no sólo la vista es lo que nos sirve para tomar conciencia de lo que tenemos alrededor”. Calificó de correcto que se realicen espectáculos dentro de una política de inclusión social, pero aclaró que en la provincia “falta mucha articulación, difusión y toma de conciencia”. “Son episodios, sin una continuidad de acciones”, señaló.