La semana pasada, Lidia Sandoval fue al cementerio de Simoca a visitar a sus parientes fallecidos que descansan en un amplio mausoleo. Pero cuando se disponía a elevar plegarias por ellos se dio con una desagradable sorpresa: las 10 placas de bronce que recordaban a cada uno de sus muertos habían sido arrancadas. Allí, ni los difuntos se salvan de los ladrones y del abandono.

La indignación hizo que Silvia se olvidara de las oraciones. Inmediatamente se fue a la Policía a denunciar el hecho. Según sus cálculos, el valor del bronce robado asciende a unos $ $25.000. Pero lo que a ella más bronca le dio fue la profanación del espacio en el que descansan sus abuelos, sus padres y su esposo. “Esto es intolerable y sucedió porque este cementerio está virtualmente abandonado”, denunció.

Lidia integra el desdichado grupo de alrededor de 100 deudos de difuntos cuyas tumbas fueron atacadas por vándalos. Luis Sandoval, hermano de la mujer, aseguró que de acuerdo a lo que cotiza ese metal, el costo total de lo sustraído hasta ahora superaría los $500.000. “Cuando los ladrones se las agarraron con el monumento de mi familia, hicieron ingresar un camión y sacaron sin problemas todo lo que pudieron. Fue de noche y no había ninguna custodia. A veces, ni de día hay”, dijo el hombre, conocido locutor del lugar. Luis opina que detrás de estos robos hay una organización delictiva importante. “No creo que se trate de ladrones comunes o circunstanciales. Es que con estos delitos se cosecha mucho dinero”, observó. Sandoval está seguro de que el bronce terminará en manos de grandes compradores que trabajan con ese metal.

Sin pared ni custodio
LA GACETA estuvo en el cementerio en la mañana del miércoles. Está ubicado a un 1,5 km de la ciudad, hacia el este de la ruta 157. Lo primero que llama la atención en su frente es un paredón derrumbado y la ausencia de vigilantes. Se advierte que comenzaron a levantar la pared, pero la obra quedó interrumpida. Todo parece tierra de nadie, en medio de la soledad y el silencio. Adentro, el despojo es patético. Una cadena de monumentos muestran claramente en sus paredes las huellas que quedaron de las placas. Algunas fueron arrancadas hasta con pedazos de ladrillos. “La tapia del frente se cayó hace tiempo y la comenzaron a reconstruir hace poco. A este cementerio cualquiera puede ingresar sin problemas porque no tiene nada de seguridad. Es triste cómo está de olvidado”, comentó José Gutiérrez, otro vecino de la zona. “Por aquí yo paso todos los días y no siempre está el guardia. De noche ya no se queda nadie aquí. Y debe ser porque no se animan a quedarse en la oscuridad y en medio de los muertos”, añade el hombre.

La policía investiga
En la Municipalidad, ni el intendente ni el secretario de Obras Públicas se encuentran en la ciudad. Tampoco se los puede ubicar por celular. De todos modos, un funcionario de segunda línea, que prefiere no identificarse, aseguró que en el cementerio se están iniciando obras de mejoramientos de la infraestructura edilicia que contemplan la reconstrucción de la tapia que se derrumbó durante una tormenta y una capilla. Dijo que para el lugar hay vigilantes designados, pero no las 24 horas. Por su parte Raúl Cornejo, jefe de la comisaría, aseguró que los robos de placas de bronce están siendo investigados desde hace un tiempo y que están en vía de ser esclarecidos. “La justicia ya nos autorizó procedimientos que van a echar luces sobre lo que viene sucediendo en el cementerio. No queremos brindar precisiones con el fin de evitar que se perjudiquen los avances logrados”, sostuvo el oficial. En tanto, los Sandoval, como otras familias, están dispuestos a iniciarle juicio a la Municipalidad por los perjuicios que sufrieron en el camposanto ante la falta de seguridad.