Jan Kuhlman - Columnista de DPA

Oficialmente, el Ejército iraquí vendió su retirada de varias localidades en el norte y oeste del país como “medida táctica”. Sin embargo, la elección de las palabras de un alto oficial no pudo ocultar que los soldados de Bagdad tienen poco que contraponer a la avanzada de las milicias del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS). Las unidades del ISIS controlan junto a sus aliados locales enormes territorios y puntos estratégicos y cada vez tienen más éxitos. Los efectos para Irak son fatales. El país corre el riesgo de quedar sumido en una nueva guerra civil y dividirse en tres partes. En el norte y el oeste, el ISIS se encuentra encaminado como para crear un califato sunita con el objetivo de tomar también la capital, Bagdad. En el norte, los kurdos podrían aprovechar el momento y crear también un Estado propio. A los chiitas les quedan los territorios en el sur, donde son mayoría.

Hay pocos indicios de que el Ejército iraquí pueda recuperar los territorios perdidos y menos aún sin ayuda extranjera. A principios de año los soldados fracasaron estrepitosamente con su intento de recuperar la ciudad de Faluya, en el oeste de Irak: el ISIS demostró ser fuerte y el Ejército iraquí más bien débil.

“The Washington Post” habla que el Ejército se encuentra ante el ISIS frente a “un derrumbe psicológico”: hay miles de desertores y es tan débil y tan mal equipado que le llevaría años recuperar el territorio perdido.

A la crisis parece quedarle una sola salida: la creación de un gobierno de unidad en el que sunitas y kurdos se sientan al mismo nivel que los chiitas. Sólo juntos, los tres grandes grupos podrán desplazar a los yihadistas. Por eso el secretario John Kerry, pidió al jefe de gobierno Nuri al Maliki un gabinete de unidad nacional, algo que el político iraquí descarta, ya que ese paso significaría su renuncia. Pero los países vecinos observan el desarrollo de los acontecimientos en Irak con gran alarma: una desintegración de Irak podría desestabilizar toda la región. Un califato islamita del ISIS en suelo iraquí sería un peligro permanente para todos los vecinos. Los extremistas tendrían un lugar de retirada para preparar tranquilamente sus ataques. La guerra civil en Siria demostró lo rápido que puede afectar al país de al lado un conflicto: el ISIS aprovechó sus éxitos en Siria para atacar Irak. La alarma es grande en Jordania y Arabia Saudí. Los dos reinos fueron objetivo de terroristas tras la invasión de EEUU a Irak en 2003. Para el Irán chiita, un dominio sunita en Irak sería una amenaza. En caso de resquebrajarse Irak, Teherán perdería una importante influencia en el país vecino: ha sido el gran aliado de Al Maliki. Una división allí podría tener efectos terribles sobre la vecina Turquía, miembro de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN).