Goles, goles y más goles. Brasil 2014 puso en el tapete la vocación ofensiva de los seleccionados y eso se reflejó en el impresionante promedio de conquistas que arrojó la primera fecha. Pero la segunda comenzó con otra tónica.

Brasil y México la pusieron en marcha con un partido vibrante y emotivo. Tuvo de todo, menos goles. Las razones son obvias. Los arqueros se vengaron. Tremenda la actuación de Guillermo Ochoa. Impresionantes las respuestas de Julio César. Sólo así se explica que el encuentro haya terminado sin goles.

Brasil fue al frente porque estaba obligado. Juega en casa y pretendía asegurar la clasificación con el triunfo. México le faltó el respeto al anfitrión y estuvo a punto de provocar otra gran sorpresa.

La otra cara de la moneda fue el arquero ruso Igor Akinfeev. Cometió un error grosero al no poder retener un remate sin complicaciones del coreano Lee Keunho y terminó buscando el balón en el fondo del arquero. En pleno partido se lo vio desconsolado. Lo salvó el gol del empate de Alexander Kerzhakov. Ayer, para bien o para mal, fue el “Día de los arqueros”.