“Este es un Messi diferente. Mucho más maduro”, afirmaba anoche un analista de O' Globo, la más influyente de las cadenas televisivas de Brasil. “Por primera vez lo vemos ocupando el lugar de capitán, de líder”, añadió. Las declaraciones de Messi se reprodujeron ampliamente en la prensa brasileña. La coincidencia fue absoluta: la estrella del equipo le marcó la cancha a su propio entrenador.
En pocos días Messi cumplirá 27 años. Este es “su” Mundial, el que lo encuentra en la plenitud de sus condiciones físicas. La oportunidad de hacer historia se está construyendo jornada a jornada en la concentración de Cidade do Galo. Sin medias tintas, Messi le dice públicamente a Sabella cómo le gusta jugar, cuál es el esquema táctico que lo potencia, cuál es la postura en la cancha que pretende para él y para sus compañeros. “Messi fue claro: nada de cinco defensores”, sintetizó el canal deportivo Sport TV.
“Messi habla”, fue el sugestivo título de un diario regional de Minas Gerais. Lo hizo claramente y en voz alta, como pocas veces. Hasta ayer, el idioma de Messi era exclusivamente el de la pelota. Amplió el libreto en el momento justo: en pleno Mundial, antes de que sea demasiado tarde. Más que por iniciativa propia, las fuentes cercanas al plantel indican que tomó la palabra para expresar un sentimiento colectivo. Messi asumió, definitivamente, el rol de líder que tanto se le reclamaba, puertas adentro y afuera.
Hay distintos tipos de liderazgo. Rattín insultó a toda Inglaterra en Wembley y eso le costó una expulsión. Merecida, por más que la leyenda indique lo contrario. Passarella alzó la Copa en 1978 y se fue de la cancha con la cabeza en alto en 1982. Argentina había perdido con Brasil y el capitán no quería que sus compañeros se marcharan mirando el piso. Maradona fue Maradona, y punto. Simeone encarnó el cabecilla visceral y elocuente en 1998 y en 2002.
Líder y caudillo no son sinónimos. Caudillo puede ser, en cierta medida, Mascherano. Un caudillo moderno, es cierto, sin las patillas de Facundo pero con la lanza en la mano. Los tiempos de Messi no son los mismos del resto. Fue precoz para jugar y le llevó un extenso proceso de maduración este presente de claridad conceptual frente al micrófono. Veremos cómo sigue la historia.