El pasado de una sociedad está íntimamente relacionado con su identidad, con su historia, con ese saber de dónde venimos. Así lo han entendido desde hace mucho tiempo naciones que han tomado conciencia del valor de la herencia cultural recibida y no solo la han mantenido, sino que también le han dado una proyección turística importante. Sin embargo, no suele suceder lo mismo en Tucumán, que cuenta con joyas que muchos desearían tener, y que sin embargo, deja que se deterioren lentamente. Ello sucede, pro ejemplo, con la Villa de Medinas, que en el siglo XVIII llegó a ser una de las más importantes poblaciones de la provincia, junto con San Miguel de Tucumán y Monteros.
En abril del año pasado, casi 200 estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT hicieron un relevamiento en la localidad para luego elaborar proyectos respecto de la restauración de la villa, en el marco de un convenio entre esa casa de estudios y la comuna de Medinas. El objetivo era recuperar el casco histórico, así como la entrada y en una segunda etapa promover emprendimientos gastronómicos con la idea de poder incorporarse al circuito turístico; ello redundaría en una reactivación económica.
Algunas iniciativas fueron presentadas ante el Ministerio de Obras Públicas de la Nación. De acuerdo con el relevamiento, lo primero que debe encararse es construir un camino de acceso de 3,5 km desde la ruta 329.
El comisionado rural de Medinas, quien recibió en agosto pasado las conclusiones del trabajo de los estudiantes, dijo que la restauración de los edificios más antiguos -algunos de ellos siguen deteriorándose y experimentando derrumbes parciales- se encarará a través de la Gerencia de Empleos. El funcionario explicó que uno de los principales obstáculos es que ninguna propiedad tiene títulos de dominio. Los inmuebles figuran a nombre de pobladores de siglos atrás y no se hicieron los trámites de transferencia correspondientes.
Los pobladores expresaron su deseo de que haya fuentes de trabajo para que los jóvenes no emigren. La propuesta integral incluye la creación de un mercado en el que se impulse la fabricación de alfeñiques y sillas artesanales en mayor escala que la actual.
A 83 kilómetros de la capital tucumana, se accede a la Villa a través de la ruta provincial 329. El nombre de esa zona era Acapianta, que figura en las crónicas locales desde tiempos de la conquista, cuando era encomienda del capitán Gaspar de Medina. Su apellido terminaría dándoles su nombre a aquellas tierras. Algunos documentos señalan que su fundación ocurrió en 1643. Entre los valiosos edificios, se halla la iglesia de Nuestra Señora de la Merced (data de 1894); el hospital, el juzgado de paz, la escuela y la plaza. En Medinas, nació el escritor Fausto Burgos. En 1999, la Villa fue declarada “Pueblo Histórico Nacional” por la ley 25.213.
Sería importante que hubiese una política de Estado referida al patrimonio cultural y arquitectónico que fuese realmente efectiva y que no se desentendiera del destino de esta histórico pueblo y la dejaran extinguir. Tal vez sean necesarios dirigentes con visión de futuro, que piensen no solo en la preservación del legado histórico, sino también en la calidad de vida de los pobladores y en la proyección turística que podría tener la Villa de Medinas. Sin caminos no se puede ir a ninguna parte.