“El tiempo que falta para las PASO es inversamente proporcional al piso que tiene el valor de los activos”. El enunciado, expresado a DyN por el analista de un banco global, se ajusta al posicionamiento de inversores en la Argentina, sin prisa pero sin pausa. Ya se observa ese sendero de “cuanto menos, mejor” en los precios de bonos y acciones. Es probable que pronto pase lo mismo con las inversiones físicas, con aroma a fin de ciclo.
A la luz de los acontecimientos, y con la sombra de la corrupción (es siempre más notoria en el ocaso), no hay dudas de que jueces, fiscales, hombres de negocios y algunos políticos hoy actúan con la misma lógica: a medida que se acentúa el deterioro “K”, ellos pierden temor y avanzan.
A ninguno le importó el artificio de usar el Mundial de Fútbol como pantalla. Lejos de las expresiones de deseos que vocea el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en la semana se observaron elocuentes ejemplos que provocaron en la Casa Rosada varias explosiones. Las esquirlas son difíciles de asimilar por el Gobierno.
Por su importancia institucional, el caso de Amado Boudou es un bombazo en sí mismo. No sólo por la posibilidad de su procesamiento sino porque cada imputado que va a declarar complica más al vicepresidente y, por extensión, a Cristina Fernández, su mentora. Es tanto el descrédito del número dos ante la opinión pública que todo cuanto hace o dice suena poco creíble.
Las 38 páginas de su declaración indagatoria en el juzgado de Ariel Lijo conforman un texto de tres bloques definidos. En el primero, se le leyeron a Boudou los motivos del llamado judicial. Sin obligación de decir la verdad, el vice hizo un alegato “técnico” para refutar las acusaciones. Trató de desviar la investigación hacia circunstancias políticas, sobre todo hacia la ruta del dinero, y se mostró preso de casualidades.
Luego contestó 24 preguntas. Sus respuestas lo dejaron mal parado y fueron de un tono tan evasivo que poco y nada agregaron a su defensa. Dicho de otro modo, no logró refutar las investigaciones. Es más, algunas réplicas empastaron mucho más su situación, como decir que no se podía ocupar de saber por qué el teléfono de su departamento estaba a nombre de Alejandro Vanderbroele.
Sin embargo, si todo esta situación fue demasiado pastosa para Boudou, la declaración del el ex jefe de asesores de la AFIP Rafael Resnick Brener lo terminó de hundir, ya que declaró que José María Núñez Carmona, su socio y amigo, fue el “encargado” por Economía para llevar adelante el plan de pagos de facilidades impositivas para la ex Ciccone Calcográfica.
Ahora, el juez llamó a indagatoria a Forcieri y reiteró que si Núnez Carmona no se presenta el jueves lo hará buscar por la Interpol. Boudou sólo había dicho de Forcieri : “es más joven que yo, un gran profesional”.
Tantos hechos concurrentes han puesto al Gobierno a la defensiva, para tratar de correr al juez. En eso están a través de órdenes que la ha dado la Cámara a Lijo sobre exactamente lo mismo que pidió Boudou: seguir la ruta del dinero, una forma de abrir la investigación. Sin embargo, esas presiones han desatado en la Justicia una cadena de solidaridad con el magistrado, fruto también de estos tiempos de declive.
Desde lo práctico, en materia judicial la semana puso en la picota una larga lista de funcionarios (Aníbal Fernández, Juan Manuel Abal Medina, Capitanich) y a muchos “intocables” amigos K (Luis D’Elía, Sergio Shocklender, Julio Grondona), quienes deberán desfilar por los Tribunales por diferentes casos.
Los empresarios armaron también por estos días reuniones públicas que sirvieron para la autocrítica, pero también para proponer un país diferente, con el diálogo como prioridad, tema al que los políticos no le pueden escapar, ya sea porque lo ha pedido el Papa o porque la vereda del antidiálogo es la del Gobierno.
El gobernador Daniel Scioli fue duramente fustigado por el kirchnerismo. No sólo porque asistió a un seminario del Grupo Clarín, sino porque se juntó con “el otro modelo”, el que busca transitar senderos que los populismos no entienden, agobiados por su visión hegemónica y su aparición providencial. Pese al castigo, el bonaerense no perdió la calma. Supone que no puede prescindir de una importante masa de votos peronistas que circunstancialmente hoy están recostados en la Presidenta. Además, en su entorno están seguros de que cada ataque K le suma votos.
Todos los cálculos van en igual sentido: Argentina se prepara para tirar por la borda la década “K” y, como los protagonistas lo saben, están actuando en consecuencia. En primer lugar el propio Gobierno.
En medio del parate productivo, del acoso inflacionario y de la pobreza que no cede, la Presidenta y los funcionarios se esfuerzan para que hacia adelante perviva la mística que pueda devolver el modelo a escena en 2019. Inclusive, tomando medidas económicas que compliquen a los sucesores, más el viejo truco de fustigar siempre a los enemigos de turno para sostener el relato.
Las contradicciones de Capitanich han sido el principal estandarte que buscó marcar el territorio por el cual el Gobierno intenta cruzar a todo aquel que se le opone, para esconder también sus propios errores:
· Sobre Scioli: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, por el CEO de Clarín, Héctor Magnetto.
· Sobre las corporaciones y los políticos: “Hoy hay una contradicción fundamental: democracia versus corporaciones. Las corporaciones pretenden manipular y extorsionar a los gobiernos... condicionan al Poder Judicial y condicionan mediante una acción mediática comunicacional”.
· Sobre banqueros y empresarios: “Actúen con racionalidad, dejen de robar al pueblo argentino”.
Es obvio que el ministro coordinador habla políticamente para la interna del Gobierno, para agradar los oídos de la Presidenta. De otro modo no puede explicarse por qué el Gobierno dejó que se ejecute durante tanto tiempo un “robo” a los ciudadanos como el descrito, sin hacer la denuncia penal correspondiente.
Queda claro también que las manifestaciones de Capitanich son un compendio del estado de nervios que se vive en la Casa Rosada, buscando enemigos detrás de cada cortinado. Seguramente, para no decir nada del caso Boudou y menos sobre sus denuncias sobre el internismo que estaría tratando de sacárselo de encima, los “machos del off”, como él mismo llamó a sus compañeros.
En cuanto a las medidas económicas que se toman para arreglar desaguisados anteriores, el tope puesto al costo financiero total de los préstamos (nada menos que la reaparición de las tasas reguladas), se estima que va a provocar en primera instancia un parate en la concesión de nuevos créditos. Los bancos tienen asegurada la tasa del BCRA, vía Letras.
Dicen los expertos que ante la baja de rendimientos quizás pronto haya un trasvasamiento de los depósitos a plazo fijo hacia otros activos y, en este caso, el dólar podría volver a tomar vuelo, por lo que una vez más, si se llega a esa instancia, se acusará a los compradores de querer desestabilizar al Gobierno, a partir de una nueva caída de las reservas. Si esto sucede, la novedad puede licuar el eventual logro de extender el plazo del pago a los holdouts, si es verdad que la Corte estadounidense patea el problema para el año próximo.
El punto crítico de esta novela es el tiempo. Tal como no hay certeza de la velocidad con que se va a ir cumpliendo el pronóstico de la llegada de inversiones, tampoco está demasiado clara la dinámica de la situación que podría desbordarse hacia la radicalización, apenas se estimulen mecanismos defensivos de mayores regulaciones que hasta podrían derivar, en un extremo, en procesos de estatización, por ejemplo.
El final está abierto, pero no parece que el acosado Gobierno esté pensando por ahora en estas cuestiones, horizonte al que lo podría llevar un descontrolado efecto dominó, aunque cuando un caballo comienza a galopar, si se le da rienda, nunca se sabe si no terminará desbocándose.