Desde el preciso momento en que el japonés Yuchi Nishimura inventó el penal a favor de Brasil se renovó el debate que cruza al fútbol internacional desde hace años: ¿cuándo se abrirán las decisiones arbitrales al uso de la tecnología? En cada Mundial se producen situaciones polémicas que acicatean a la FIFA, reacia hasta el momento a apelar al “ojo de halcón”.
El análisis de las imágenes llegó al rugby, al tenis, al voley y al hockey sobre césped, entre otras disciplinas que utilizan el video ref para corroborar o modificar los fallos. Tarde o temprano alcanzará al deporte rey, pero los tiempos de la FIFA son vaticanos.
Joao Havelange se negó repetidamente a utilizar la tecnología. Decía que sin el componente del error humano el fútbol se desnaturalizaba. Joseph Blatter heredó el trono de Havelange al comando de la FIFA, y como buen delfín, respetó el ideario de su mentor. Pero Havelange desapareció del mapa cuando se comprobó que es un corrupto -fue expulsado del Comité Olímpico Internacional por haber cobrado sobornos-.
Es difícil que Blatter mantenga su poder más allá de 2018. El timón cambiará de manos apenas se agote la generación dirigencial que también integra Julio Grondona. Pero Grondona no suele hablar de estos temas; lo suyo es la Comisión de Finanzas. De allí que Blatter haya experimentado un giro de 180° en su postura.
“Formulo una nueva idea que probablemente no va a gustarle al International Board. ¿Por qué no ofrecerle la posibilidad al entrenador de protestar al árbitro, y si lo hace, de ver la jugada en cámara lenta?”, se preguntó Blatter en su discurso de cierre del congreso de la FIFA, en San Pablo. “¿Usted no sostenía lo contrario?”, le recordaron los periodistas. “Bueno, siempre se puede cambiar de opinión”, apuntó con una sonrisa y encogiéndose de hombros.
Es cierto que este Mundial representa un paso adelante gracias a la implementación del sistema que monitorea la línea de gol. Ya se vio cómo funciona durante las transmisiones de televisión. De haber existido en 1966, Inglaterra no habría sido campeón mundial. El gol del 3-2 sobre Alemania, en la final de Wembley, no existió.
La prensa británica ofreció 10.000 libras esterlinas de premio a quien aportara el documento: querían ver la pelota adentro. Pero las imágenes de TV y las fotos no dejaron lugar a dudas; es más, el balón picó antes de la línea. El árbitro suizo Dienst señaló el centro de la cancha, a instancias del asistente soviético Bakhramov, e Inglaterra conquistó la Copa. En el palco celebraba Stanley Rous, presidente de la FIFA. Era inglés, por supuesto. Es más, hubo otro gol (el partido terminó 4 a 2), pero tampoco debieron validarlo porque el público ya había invadido la cancha.
En el fútbol, al igual que en el rugby, las disposiciones atinentes al reglamento son exclusivas atribuciones del International Board. Ese cuerpo de especialistas suele analizar hasta el hartazgo cada variante antes de conferirle luz verde. Si lo hicieron las autoridades del rugby, históricamente conservadoras, ¿por qué no el fútbol? El International Board es de neta raigambre británica. El modo que mantienen los ingleses de recordarnos que al fútbol lo inventaron ellos.
Ayer el árbitro colombiano Wilmar Roldán le anuló dos goles legítimos a México. La TV confirmó que no hubo posición adelantada en esas acciones. Afortunadamente para él, los mexicanos le ganaron 1 a 0 a Camerún. Durante Holanda-España también se registraron discusiones, sobre todo el penal otorgado a los campeones (¿se tiró Diego Costa?) y la jugada del tercer gol holandés, ya que se reclamó una presunta carga ilegal sobre el arquero Iker Casillas. Dirigió el italiano Nicola Rizzoli.
La discusión es fogosa y está lejos de concluir. Se sabe que Michel Platini, presidente de la Unión Europea (UEFA), ambiciona el sillón de Blatter. Su pasado de futbolista -extraordinario, vale el recuerdo- lo lleva a pensar que lo pasa que en la cancha se queda en la cancha. Platini se opone al uso de la tecnología. “Estoy de acuerdo para la línea de gol, pero ¡basta! -enfatizó-. Después vamos a crear la tecnología del fuera de juego, luego la tecnología del área, y así. Para mí, es el final del fútbol”.