Lejano y final. Así aparece el pueblo de Arboles Grandes en el rosario de comunidades del sudeste tucumano. Está en el límite con Santiago del Estero, a la orilla de la ruta 308. Llegar hasta ahí no es fácil a causa del enorme deterioro que acusa la carretera. Desde Lamadrid hay que recorrer 30 kms hasta esa localidad abrazada por tuscales y molles. A fines de octubre del año pasado un violento vendaval dejó sin techo al 90% de las viviendas de los pobladores, al edificio del Juzgado de Paz y a la iglesia. Desde entonces los que pasan por ahí lo llaman el “pueblo sin techo”.
Es que a pesar de los siete meses que transcurrieron desde ese fenómeno climático, algunos vecinos, por falta de recursos, no terminaron de restituir en sus casas las chapas arrancadas. Y el templo religioso y el inmueble judicial también se exhiben sin techo. Están tal como quedaron después del fuerte viento. “Aquí tenemos luz y ventilación de sobra” se lo escucha comentar al juez de Paz Néstor Ortiz, a un lugareño que atiende en su escritorio. El funcionario está ahí a la intemperie, con los muebles sin protección, expuestos a las inclemencias climáticas. “Desde la Corte Suprema vinieron técnicos a inspeccionar los daños y dijeron que iban a volver pronto” indicó Ortiz. El hombre afirmó que la tormenta del año pasado no produjo daños en las documentaciones que había en el local porque estaban resguardadas en un armario metálico. “En un principio atendíamos en un espacio que había en el Caps, pero después nos pidieron que desalojáramos el lugar. Y no tuvimos más remedio que venir a nuestra casa” comentó. “Esto es una vergüenza. Ahora cuando llegue el frío la gente va a sufrir mucho al tener que esperar que la atienda al aire libre”, se quejó Silvina Alderete. Recordó que el viento que castigó al pueblo llegó en la noche cuando todos se aprestaban a descansar. “Parecía un tornado que comenzó a hacer volar las chapas de nuestras casas. Estaba con mi esposo y mis cinco chiquitos que lloraban desesperados. A duras penas logramos llegar a un galpón que estaba cerca y nos refugiamos ahí. Fue terrible”, recordó la mujer.
Sin árboles
El pueblo se quedó también sin árboles. Cerca de una veintena fueron arrancados de cuajo por el vendaval. Rubén Concha dijo que la comuna de Lamadrid, de la que depende Árboles Grandes, distribuyó dos chapas por familias y colchones. “No se entregaron a todos y de ahí que todavía algunos vecinos siguen sin poder terminar de arreglar sus techos” apuntó.
Doña Ilda Montenegro, por su parte, se lamentó de que hasta ahora no se haya reparado el techo de la capilla Nuestra Señora de la Merced. El templo, al permanecer sin techo y con mamposterías en riesgo de desplomarse, está clausurado. Por eso ahora las misas de los fines de semana se las oficia en el local bailable Correa, muy conocido en el sur tucumano por la convocatoria que registra en las fiestas de carnaval. “Lo bueno es que a este lugar de la diversión se lo ha convertido por el momento en templo de Dios”, dice Ilda.
Arboles Grandes, a pesar de algunas postergaciones, registra obras nuevas, como el alumbrado público, el cordón cuneta, la plazoleta y el edificio nuevo del Caps. Son los primeros trabajos que se hacen en el pueblo, de 1.500 habitantes, en 70 años, según apuntó la docente Marina Camargo. “En las noches todo era una oscuridad aquí. Ni nuestras sombras nos conocíamos. Había que internarse temprano nomás en la casa. Ahora al menos se puede salir a caminar”, agregó Ilda.
La ruta
Camargo observó que el pésimo estado de la ruta 308 complica sobremanera la comunicación con Lamadrid. “Ni en motos se puede andar porque terminan destrozadas en poco tiempo. Por eso, ante problemas de salud o para hacer compras, conviene ir a Termas de Río Hondo”, comentó. La ciudad santiagueña está a 32 kms de éste pueblo, y la ruta que continúa al terminar la 308, está repavimentada. La gente asegura que mientras que para llegar a Lamadrid cualquier vehículo motorizado tarda más de una hora, a Termas se llega en 30 minutos. “Nadie quiere venir hasta aquí por esta ruta. Los docentes que enseñan en la escuela 75 llegan pensando en solicitar en poco tiempo un traslado. Los sacerdotes también se quejan cuando tienen que venir a oficiar misa aquí”, contó Marina. Ella cree que por esa razón es que solo tienen un médico por semana. “Vamos a tener un Caps nuevo, pero de nada valdrá si no se destinan más médicos o al menos que se disponga de un enfermero de guardia”, remarcó. En fin, Árboles Grandes acusa los avatares propios de una comunidad que, desde hace años, tiene una ruta que se desdibuja por la falta de mantenimiento. La lejanía, al mismo tiempo, le juega en contra.