“Escribo siempre sobre los indios de Guatemala porque esa es la realidad de mi país”.

Miguel Ángel Asturias

Nació el 19 de octubre de 1899 en la ciudad de Guatemala, de madre hispana y de padre indio, y murió en Madrid el 9 de junio de 1974. Las cenizas de Miguel Ángel Asturias descansan en el cementerio parisino de Père Lachaise, bajo un monolito maya.

Otro escritor guatemalteco, Gerardo Guineas, resalta que obras como Hombres de maíz (1949) o El alhajadito (1961) lo ubican como el padre del realismo mágico, que inmortalizó otro gigante, Gabriel García Márquez. “El problema con Asturias es que fue excesivamente barroco para describir sus realidades. Pero el realismo mágico está en cada una de sus páginas, como sigue estando en cualquier barrio popular de toda ciudad latinoamericana”, dice Guinea.

Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y diplomático guatemalteco, Asturias es considerado uno de los protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX. El empleo personal que hace de la lengua castellana constituye uno de los mundos verbales más densos, sugerentes y dignos de estudio de las letras hispánica. Se lo considera precursor del boom hispanoamericano por su experimentación con estructuras y recursos formales propios de la narrativa del siglo XX.

Silencio en su tierra
“Guatemala, su país, por el que tanto hizo desde la literatura, casi lo ha olvidado y solo tiene silencio para él en el 40º aniversario de su muerte”, señala en su edición de ayer Elpaís.com.

Miguel Ángel Asturias sigue siendo un perseguido en la eternidad, que ganó con sus obras, clásicos latinoamericanos, por premio Lenin de la Paz (1966) y por el Nobel de Literatura en 1967. La militancia política de Asturias y su compromiso con los grandes sectores de la población sojuzgados por el régimen obligaron al escritor a vivir muchos años en el exilio.

El nieto del escritor, Sandino Asturias, ve un trasfondo político: “mi abuelo fue un hombre perseguido y denostado por el poder y por el statu quo porque cuestionaba ese estado de cosas, a la vez que denunció todo el dramatismo de la intervención estadounidense en Centroamérica”. En tanto Miguel Ángel Asturias Amado declaró en Buenos Aires -donde reside- que él decidió que su padre fuera enterrado en Père-Lachaise.

El cuadragésimo aniversario de la muerte del escritor se conmemora en Guatemala sólo en círculos intelectuales, con una edición de sus obras más emblemáticas a bajos precios.