LA HAYA.- Se percibía que este Mundial iba a ser especial. Juegan en simultáneo varones y mujeres, lo que no es habitual, y Holanda es un país que respira hockey, deporte altamente popular, el segundo detrás del fútbol. Pero lo que se vive supera lo que se esperaba. Una ciudad totalmente involucrada en su torneo, con el alcalde a la cabeza participando de actos protocolares y sociales. Las plazas están decoradas; los trenes y tranvías, identificados. Todos viven este torneo de manera intensa.

Apunta a ser único y difícil de repetir para cualquier otro país en el futuro. El nivel organizativo es altísimo. El gobierno quiere mostrar a La Haya como una ciudad ideal para organizar y recibir torneo de primer mundial. No se fijan en gastos. Ya están promocionando la regata Volvo Racing y el Mundial de Beach Volley, en 2015. Por eso montarán un estadio especial sobre el Hofvijer, en el corazón histórico de la ciudad.

El Kyocera, escenario del Mundial de Hockey con capacidad de 15.600 personas, es un estadio de fútbol perteneciente al club Ado Den Haag. Se le sacó el césped natural y se colocó césped sintético para hockey.

Pero no todo es hockey. Hay un sinnúmero de actividades paralelas: clases de ajedrez y de canto; shows y demostraciones. También hay un business center para que las empresas órganicen eventos; tres mini canchas de césped sintético para que jueguen los chicos. Hay otro lugar especial, el Hockey House, que al final del día, desde que termina en ultimo partido hasta la medianoche, tiene un DJ y bandas en vivo que arman una gran fiesta Disco.

Cada día en el Hockey Park se rinde homenaje a un país con actividades relacionadas con su cultura y su música. Todavía no llegó el turno de Argentina.

Los servicios al público son amplios, variados y de mucha calidad. Una enorme carpa como patio de comidas; un espacio especial para promocionar vida y hábitos de comida saludable; el Westland Greenhouse, un invernadero gigante donde muestran los vegetales que producen y se promueve el consumo de fruta y verdura orgánica.

El estadio se llena cuando juega Holanda pero siempre hay mucho público en las tribunas. Como es cerrado, actúa como caja de resonancia, y el griterío es ensordecedor, algo no habitual para este deporte.

Viendo todo lo que se hace aquí para involucrar al publico que excede al juego en si mismo, la reflexión es clara recordando la World League que se jugó en Tucuman en diciembre pasado: se desaprovechó una oportunidad magnífica, se perdió la posibilidad de mostrar que podíamos hacer cosas distintas. Ser sede de estos eventos FIH de primer nivel es algo que sucede pocas veces. Por eso no hay que dejar pasar estas chances. Es necesario comprometerse y producir cosas distintas. Holanda es un claro ejemplo.