Que Argentina tiene una de las delanteras más poderosas del planeta, es un hecho. Que Argentina aún contra un rival de menor talla todavía muestra grietas en su defensa, es otro. Se sabe, estos partidos de preparación tienen más de show en las tribunas que fútbol y estrategia en la cancha. Nadie quiere entregar una mala imagen de despedida, pero, inconscientemente, y ante un rival de escaso pedigree como Eslovenia, la Selección volvió a dejar abierta la puerta que bajo el mando de Alejandro Sabella nunca pudo cerrarse.
¿Bastará con los goles que puedan hacer Messi, Agüero, Higuaín y compañía? Si se apura a alguien, seguro dice sí. Pero, atento. Basta con rebobinar la película y observar la última despedida de Sudáfrica 2010. A Messi, autor de un lindo gol ayer (con pase al vacío de Di María para un “Kun” le que sirvió el balón con la cabeza para que defina el 10), el del 2-0 final, Alemania le cortó los circuitos; puso contra las cuerdas a los mediocampistas defensivos y dejó “demasiada larga”, tácticamente hablando, a la Selección. Un Mundial es un Mundial. El error se paga con sangre y si ese día en el que nada te sale bien llega a convertirse en realidad, Argentina tendrá que aprender a lidiar con sus imponderables. Eslovenia llegó poco porque a la Argentina no la atacan. Pero con eso estableció condiciones para poner en riesgo a Romero.
Con un 11 titular lejos de ser el ideal de Sabella en la cancha, Argentina tuvo su lapsus de buen fútbol, siempre de mitad hacia arriba. Ricardo Álvarez desniveló con una buena personal que terminó definiendo con un remate rasante pegado al palo del arquero visitante. Ese gol, el del 1-0, llevó tranquilidad a un grupo que pasó pocos sobresaltos, aunque cuando merodearon por su área terminó dando la sensación de que las piezas aún no están aceitadas, que contra un enemigo de categoría la estantería se cae. Argentina deberá mejorar atrás, tomar de ejemplo la despedida de Sudáfrica 2010 y tener a mano un plan B cuando a Messi y sus soldados no les salga una.