Si no hay buena química entre los protagonistas las comedias naufragan irremediablemente, por más ingenioso que sea el guión. Pues bien, entre Adam Sandler y Drew Barrymore se establece esa corriente tan intangible como real que provoca que las cosas funcionen. Es la tercera película que los reúne y el feeling se mantiene, potenciado aquí por una historia simplona y muy entretenida. Bien contada por Frank Coraci y bien escrita por la dupla Ivan Menchell-Clare Sera.
Sandler se puso al servicio de la película y no de sí mismo, y ese es todo un activo de “Luna de miel en familia”. Sandler ha rodado películas francamente estúpidas y este, afortunadamente, no es el caso. Está contenido y eso torna graciosas sus intervenciones. Claro que el brillo aquí le pertenece a Drew Barrymore, fresca, bella y bien capaz de reirse de sus infortunios.
El título original (“Blended”) hace alusión a la combinación, a la mixtura. Forzada por unas insólitas vacaciones en África, la unión de las familias disfuncionales de Jim y de Lauren termina adquiriendo un buen sabor. Como el blend de los mejores tés. Por supuesto que las afinidades entre los chicos y el naciente romance de sus padres están cantados, pero no por previsibles dejan de caer simpáticos.
El gancho está conformado por el escenario: un resort lujoso, de esos que ofrecen safaris y pinceladas de cultura africana para turistas. Allí se dan cita, durante una semana, las parejas decididas a ensamblar hijos propios y ajenos en algo parecido a una familia. De eso aprenden rápido Jim y Lauren.
Los chicos -todos con experiencia en el cine y la TV- dan el tono justo, al igual que el gigante Shaquille O’Neal, otro que hace reir con facilidad.