En la noche del 31 de octubre del año pasado, un violento vendaval sorprendió al pequeño pueblo de Viltrán (Graneros), 7 kilómetros al noreste de Taco Ralo. “El ruido del viento y de la lluvia daba miedo. En medio de la tormenta, los techos de chapas de la mayoría de las casas comenzaron a crujir feo y después se volaron”, recordó José Daniel Coronel, un jubilado que vive en el pueblo. Fue una noche de terror y las primeras luces del día comenzaron a desnudar la devastación: varias viviendas habían quedado sin techos y sus habitantes intentaban salvar sus pertenencias del agua. Entre los edificios dañados también se encontraba el de la escuela 343 Juan Bautista Ambrosetti.

De hecho, el establecimiento educativo fue el que más daños sufrió, a pesar de que se trata de una construcción de ladrillo y cemento. “Es que está en un descampado, sin árboles que la protejan”, opinó el vecino Francisco Ruiz. Tres aulas habían quedado sin techo y parte de la mampostería se había dañado.

Ganas de llorar
“Cuando llegamos a clases, no podíamos creer lo que veíamos: nuestra escuelita estaba semidestruida. Daban ganas de llorar” , relató una docente que prefirió no decir su nombre. Sus compañeras y la directora, Mabel del Valle Ortíz, dijeron que no estaban autorizadas para hacer declaraciones.

Pese al estado del edificio, las clases no se suspendieron. Improvisaron un aula en una parte de la galería que quedó con techo y en la cocina. También se comenzó a enseñar en el patio, a la intemperie. Desde entonces pasaron siete meses y, aunque parezca increíble, nada cambió. “Es como si la tormenta hubiera caído ayer”, dijo don Coronel. El hombre fue uno de los tantos que contribuyó con plásticos para cubrir la galería. En la 343 tienen clases los chicos de la primaria y de la secundaria. Los primeros son 25 y los segundos, 15. “Se hicieron notas al Ministerio de Educación, a la comuna de Taco Ralo y a otras autoridades, pero esto sigue tal como quedó después del vendaval. Los chicos sufrieron bastante en el verano”, lamentó Raúl Medina, otro de los vecinos.

El drama se profundizó cuando el establecimiento educativo se quedó sin agua al comenzar el ciclo lectivo. Y desde entonces se aprovisionan del líquido a través de un tanque que les acerca la comuna. “Es penoso ver las condiciones de esta escuela. Este año vino gente de Construcciones Escolares a evaluar los trabajos que tienen que hacer, pero no volvieron” agregó Medina.

Se viene el frío intenso
Las autoridades de la escuela estudian ahora la posibilidad de suspender las clases debido a la cercanía del invierno. Los padres están dispuestos a apoyar esa medida. “En los tiempos de heladas, aquí el frío es mas duro que en otras partesas. Para los chicos va a ser terrible estar en aulas apenas cubiertas con plásticos o a cielo abierto”, insiste Fabiana Ruiz, hermana de un alumno.

La escuela 343 se asemeja a un edificio sacudido por un terremoto. En las tres aulas inhabilitadas todavía hay restos de cielo raso y de mampostería que en el piso y en los muebles. Son sectores a los que nadie se puede ingresar, porque existe el riesgo de que se produzcan nuevos desprendimientos. Pero los chicos son traviesos y, muchas veces, lo hacen cuando sus maestros no se dan cuenta. Y entonces se escuchan los gritos de advertencia: “José, no te acerques ahí, por favor”, grita alguna maestra.

Ruego
“Rogamos a las autoridades y a los legisladores que hagan algo para que se arreglen los problemas de esta escuela. Que lo hagan por los chicos que quieren estudiar en un ambiente adecuado”, pidió Fabiana.