Pamela Laime es la mayor de nueve hermanos y madre de una adolescente de 16. Pero hoy su hija no la reconocería; alguien la separó de ella una semana antes de cumplir dos años y desde entonces la crió su abuela, Mercedes Saldaño.
El 18 de octubre del 2000, Mercedes despidió a Pamela en la parada de colectivos de la localidad de Garmendia. La joven de 17 años viajaba hacia la capital, donde trabajaba como niñera cama adentro en la casa de un matrimonio de médicos. Al día siguiente debían encontrarse para organizar el cumpleaños de la beba, pero Pamela no asistió a a cita. Mercedes se comunicó con los patrones de su hija y le respondieron que la adolescente nunca llegó a su lugar de trabajo.
Ese fue el inicio del martirio para Mercedes. “Hice la denuncia en varias comisarías, fui a la división Trata de Personas, fui a la fundación Pibe para que me impriman los afiches y hasta el día de hoy, que ya se van a cumplir 14 años, parece que se la tragó la tierra”, expresa la mujer, sin explicación.
A Mercedes nunca le dieron una hipótesis de lo que le pudo haber pasado a Pamela. Sin embargo, su instinto de madre le hace sospechar que fue víctima de una red de trata de personas. “Ella era muy bonita, tenía lindo cuerpo y ojitos claros”, resalta, e indica que pudieron haberla elegido por esos atributos. “Yo digo que si la llevaron para prostituirse -añade-, mi hija ya no vive. Yo le conozco el carácter y lucharía con uñas y dientes para escapar”.
“He viajado a varias partes buscándola y apoyando otras causas, pero nunca hubo respuestas. La Policía me llamó dos o tres veces, al principio, y después nunca más. Nunca nos pidieron ni el ADN por si encontraban restos óseos”, cuenta Mercedes, que además lamenta que su nieta no tenga una madre.
¿Qué cree que pasó con Pamela? “Son 14 años, A veces tengo esperanzas de encontrarla, a veces ya no. Creo que con los años ya no está viva, peor estoy dispuesta a encontrarla muerta o como sea; necesito saber qué ha pasado con ella”, suplica.