Imposible determinar si Fernando Venditti ganó la carrera del madrugón entre los 156 integrantes de la Asamblea Universitaria. Para ser honestos, con toda seguridad a más de uno lo cacheteó el insomnio. Lo incuestionable es que Venditti, docente de la Facultad de Arquitectura, fue el primero que se acreditó para ingresar al auditorio del centro cultural Virla. Eran cerca de las 7.45. Más de seis horas después Alicia Bardón era proclamada rectora. Es la primera mujer que ocupará el cargo, justo cuando la UNT cumple 100. Como cantaba Bob Dylan, los tiempos están cambiando.
En la misma hilera de butacas que ocupó Venditti se acomodó Eduardo Coletti. Prescindió de la corbata, se lo vio relajado. Su equipo descontaba un mano a mano apretado con Bardón y anotaba los porotos de un hipotético balotaje. La derrota en primera vuelta no estaba en los planes del colettismo y de allí la confianza que transmitía el candidato. Cuando Bardón alcanzó el decisivo voto 79 se registró una explosión y a Coletti el griterío cercano se le metió por los poros.
En la previa, los cuatro rectorables se habían paseado por los salones del Virla, saludando aquí y allá. Bardón mostró una sonrisa de oreja a oreja, salió en directo por TV y luego enfiló rumbo al búnker del hotel Metropol. Mateo Martínez dobló hacia el norte por 25 de Mayo para instalarse en el Carlos V. Había muchas cámaras, muchas luces. Coletti también afrontó su dosis de micrófonos. Pero las lentes no enfocaron a pocos metros de allí, por donde caminaba Fernando Valdez, su jefe de campaña. Mientras tanto, a Eduardo Ruiz Pesce dos de los numerosos guardias de seguridad le explicaban que no podía entrar al recinto por la escalera principal. Eran las 8.50.
Pasó a toda velocidad la profesora Susana Villarruel, titular de la Junta Electoral, toda de celeste. “Ricardo Salim pidió licencia, vimos la resolución”, sostuvo. Luz verde entonces para Jorge Negrete, que figuraba como asambleísta suplente y cuya inclusión había sido objetada por el bardonismo. Negrete llegó, se acreditó y votó. Ya es una anécdota.
A las 9.31 el locutor de la Dirección de Ceremonial, José Aragón (que además es arquitecto), pidió a todo el mundo que se sentara. A las 9.33 solicitó que se apagaran los celulares. “Pueden interferir con la transmisión de radio y TV”, explicó. Se escucharon risitas y algún murmullo. ¿Apagar los celulares? ¿En ese momento? A las 9.35 se inició la Asamblea, con 100 butacas desocupadas. Fue tanto el celo organizativo que a fin de cuentas sobró espacio. A las 9.36, precedido por su corbata amarilla, subió al escenario el rector Juan Cerisola. Se cantó el Himno y se pasó lista: quórum perfecto. A esta clase de tenidas está prohibido faltar.
“Mañana presido la Asamblea Universitaria”, le había revelado el jueves Adela Seguí a Daniel Posse -vocal de la Suprema Corte-. Ella acababa de asumir el Decanato de la Facultad de Derecho. El acuerdo tenía aroma de pequeña victoria colettista, teniendo en cuenta el público respaldo de Seguí al candidato. Dicho y hecho: la moción de Rosa Castaldo -decana de Psicología- incluyó a Sergio Pagani (Ciencias Exactas) y a Ricardo Zelaya (Medicina) como secretarios. No se registraron objeciones y allí fue Seguí, al centro del estrado, con un elegante conjunto negro y accesorios plateados. Después el aire acondicionado se hizo sentir y debió recurrir a un tapado.
Nada por aquí, nada por allá. Pagani demostró que la urna de madera estaba vacía. Ya estaba armado el cuarto oscuro a un costado del escenario: un banner y una tela demasiado transparente. Pero antes de la votación, un poquito de condimento para una Asamblea que pintaba excesivamente formal.
Las consejeras estudiantiles de la Facultad de Ciencias Naturales -María Cecilia Gallo y Luciana Domínguez- mocionaron que se votara a viva voz. Hubo tres fundamentaciones en contra, entre ellas la de Griselda Barale. Seguí dispuso que la Asamblea decidiera y a las alumnas sólo las apoyaron 13 manos levantadas. Gallo no se privó de apuntar, refiriéndose a la Asamblea: “pusimos en duda lo de honorable con el voto secreto”.
Quedaron un par de misceláneas: Florencia Larrea, consejera estudiantil de Filosofía y Letras, pidió que el próximo rector se comprometiera a devolverle Canal 10 a la Universidad. Daniel Jiménez, docente de esa Facultad, intentó leer un comunicado de Adiunt. Ninguno tuvo suerte. “Pido que respetemos el proceso electoral y el motivo por el que estamos aquí”, enfatizó Carlos Caramuti, docente de Derecho. La Asamblea se atrincheró entonces en la determinación: se vota y punto.
El sistema, lento y minucioso, provocó que la votación se extendiera durante dos horas. Cada uno de los 156 asambleístas fue convocado al escenario, recibió el sobre, marchó al cuarto oscuro para escribir la fórmula elegida, volvió para meter el sobre en la urna y firmó la planilla. Uno por uno.
El show de especulaciones y conjeturas cruzó el Virla, los búnkers y el universo virtual durante ese lapso. José Hugo Saab, el cerebro tras la fórmula Bardón-José García, se quedó en el centro cultural. Se lo vio, por ejemplo, en el despacho de Mario Leal. Por allí también circuló el ministro de Salud de la Provincia, Pablo Yedlin.
A las 12.24 se emitió el último voto. Empezó el conteo, reflejado en la pantalla Led instalada en el escenario. Por las dudas, el viejo y querido pizarrón se usó como backup.
Bardón siempre se mantuvo en punta. En algún momento Coletti se acercó, pero cuando llegó a los 50 votos la aspiradora oficialista funcionó a pleno, hacia el triunfo en primera vuelta. Fue 83 a 54, con 16 votos para Martínez y uno de Ruiz Pesce. Las estudiantes de Ciencias Naturales utilizaron las papeletas para reclamar el fin de la corrupción y el voto directo. Votos anulados. Alguien escribió “Alicia ‘Maravilla’ Bardón”. A ese lo dejaron pasar.
Fue un mediodía sin almuerzos, pero los bardonistas disfrutaron su propio banquete. En medio de los festejos se eligió una comisión de honor para que convocara a la flamante rectora al Virla. Partieron entonces tres decanos del palo: Héctor Navarro (Agronomía), Silvia González (Bioquímica) y Margarita Hidalgo (Ciencias Naturales). En tanto, un miniequipo se fotografiaba, radiante, en el centro del auditorio. “Los no docentes no fallamos”, se le escuchó a uno de ellos.
A las 13.50, casi en andas, Bardón ingresó al recinto. Por otra puerta, pura sonrisa, lo hizo Cerisola. La barra copó butacas, escaleras y pasillos para escuchar el discurso. “Olé, olé, olé, Bardón, Bardón...”, entonaron a coro. Y en la despedida: “y ya lo ve, es para Sacca que lo mira por TV”.
“Una fuerte lluvia está por caer”, rezaba otro clásico de Dylan. En la vida universitaria la campaña electoral fue una tormenta que se extendió durante meses. Ayer escampó exactamente a las 14.06. La vida sigue.