Enfática. “Yo no puedo dejar de trabajar, pese a lo que muchos piensen, que no tiene nada que ver con la realidad. Soy una laburante como todos”.

Irónica. “Ya no hablo tanto de política porque hay gente que se molesta mucho y se pone muy nerviosa. Entonces que se pongan nerviosos en sus casas”.

Crítica. “En el último tiempo aprendí que no importa lo que diga o haga, sino lo que se hace con lo que digo y hago. Eso es un mal de los medios actuales”.

La mediación del teléfono en la charla con Florencia Peña no interfiere en la percepción de los diferentes ánimos por los que transita mientras habla. La actriz, que está en Tucumán representando la comedia musical “Vale todo”, no esquiva temas: apenas la alcanza una risa pudorosa cuando se refiere a Ramiro Ponce de León, su novio salteño, y no tiene pruritos en celebrar que la televisión argentina haya dejado de girar en torno a “ShowMatch” -programa del que participó en 2012- y se haya diversificado. Elocuente y puro impulso, reconoce que la pasión domina su vida y que eso ha sido, entre otras cosas, lo que la llevó a aceptar el desafío de protagonizar esta obra junto con Enrique Pinti y Diego Ramos.

- Tanto en “Vale todo” como en “Tu cara me suena” equilibrás el canto y el baile con la actuación. ¿Es un modo de diversificarse?

- Es un complemento. La posibilidad de expresarse a través de la música y el cuerpo más allá de la palabra hablada es genial. Yo empecé cantando, después me dediqué muy de lleno a la actuación, pero el canto y el baile siempre convivieron conmigo. Produje muchos espectáculos para niños y he hecho varias comedias musicales, pero en el último tiempo canto y baile me resultan sanadores, es algo que evidentemente estoy necesitando. En “Tu cara me suena” el desafío es fatal, tremendo. No sólo tenés que integrar canto, baile y actuación, sino que hay que hacerlo en una semana. El ensayo de una obra, por ejemplo, lleva dos meses, no una semana. La gente nos ve en el personaje, pero no tiene en cuenta que lo hicimos en cinco días y que el tiempo en el arte es fundamental. El ensayo es lo que te da excelencia. Cuanto menos tiempo tenés, a más riesgos te enfrentás.

- Da la impresión de que te gusta asumir riesgos.

- Siempre luché contra mi zona de confort. Es un rasgo muy importante de mi personalidad. Me cuesta mucho quedarme a vivir en los lugares que siento fáciles. Eso me acompaña desde muy chica: empecé a producir mis obras cuando tenía 20 años, cuando me di cuenta de que no me iban a llamar para hacer lo que tenía ganas, cuando nadie confiaba en mí porque era una adolescente. Desde ese momento siempre intento meterme en nuevos desafíos, superar mi propia marca y sentir que estoy creciendo en lo que hago, que todo es aprendizaje. No lo puedo evitar.

- Con esa forma de ser, ¿cómo se asimilan los fracasos?

- No tengo mucha aprensión ni al éxito ni al fracaso, no me hago cargo de ninguno. Yo trabajo pensando que el resultado no me pertenece. Hago todo lo que puedo para sentirme feliz, para sentir que doy lo mejor de mí. En algunos casos suceden cosas maravillosas y la gente acompaña, y por ahí al año siguiente hago un personaje con el que no se identifican. He tenido más fracasos que éxitos, pero siempre sigo adelante, el resultado no me desvela.

- ¿Estás tratando de separar tu imagen de la política?

- Yo soy quien soy, pienso lo que pienso. Está claro que haber dicho lo que pensaba políticamente y haber expresado mi visión del país, lejos de ayudarme, generó mucho odio, controversia y gente que me atacó feo. Y yo no tengo un discurso desde el odio o el resentimiento. No puedo correrme de la política porque nunca estuve en política, ¿de qué lugar me debería correr? Yo soy actriz. No tuve un cargo político, ni voy a tenerlo, ni pasan por ahí mi vida ni mis intenciones. Lo único que hice fue dar mi opinión sobre ciertas cosas. Tampoco tomo decisiones acerca del país.

- ¿Sentís que siempre se te están pidiendo explicaciones?

- Sí, pero no sólo a nivel biológico (sic), en lo artístico también. A mí me miran con lupa. En este último tiempo me di cuenta de la contundencia que implica tener años haciendo lo mismo y ser reconocida por lo que hacés. Gracias a eso pude seguir con el trabajo que me encanta. Porque hubo un momento difícil, en el que hasta yo llegué a pensar si no era el fin de mi elección de ser actriz, si no tendría que dedicarme a otra cosa. Tengo un temperamento demasiado fuerte como para darme por vencida. Sigo adelante y creo que todo se revierte con trabajo. Soy muy laburante, no hago las cosas de taquito, le pongo mucha pasión. Además, vivo de esto: es mi elección artística, pero también lo que da de comer a mis hijos.

- ¿El humor es tu vía de escape?

- Es una manera maravillosa de sacar las miserias, las tristezas. Tengo el humor en mi vida y lo aplico en todo lo que hago, y me da satisfacción llegar con el humor a mucha gente, más allá de que no todos nos reímos de las mismas cosas. En televisión pude construir personajes humorísticos que son muy recordados. Si bien los rótulos no me gustan, la gente me tiene muy encasillada en la comedia. Ni hablar de “Casados con hijos”, que se repite hasta el hartazgo y hay una generación que cree que soy Moni Argento.

- ¿Eso te molesta?

- No, pero pienso ‘qué lástima lo que se pierden’ porque tengo muchas otras cosas para dar. Está bien que se repita Moni Argento, no hay con qué darle, pero si me fueran a ver al teatro, se darían cuenta de que mi carrera y mi búsqueda es más extensa.

DOS FUNCIONES

• Hoy a las 22 y mañana a las 21, en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 480).