La llegada el fin de semana pasado a la serie de competencias en Europa, luego de la incursión por Oceanía y Asia, no cambió en nada el panorama gris que vive la F-1 de 2014. En España todo fue más de lo mismo: aburrimiento, falta de sorpresas, dos pilotos luchando por el N°1 y los demás como simples acompañantes. ¿Qué está pasando? De todo, desde el punto del espectador, de los pilotos y de los dueños de equipos. Y esto ante la aparente pasividad de los dirigentes de la categoría y de la propia Federación Internacional de Automovilismo. Sobre el nuevo reglamento pesan, sin dudas, los mayores cargos.
¿Por qué las carreras no son interesantes y en lo que va de la temporada fueron un largo bostezo? Por un lado, por el híper dominio que estableció Mercedes con sus pilotos Lewis Hamilton y Nico Rosberg, 1° y 2° a gran distancia de sus perseguidores. Pero esa es apenas la punta del iceberg.
Red Bull, devenido este año en equipo de segundo orden, es uno de los más críticos con el nuevo reglamento. “No tiene pies ni cabeza” dijo Dietrich Mateschitz, el propietario. “Es demasiado complejo y amenaza el interés. Una carrera no debería ser como un rompecabezas compuesto de distintas condiciones, sanciones, disciplinas y reglamentos”, declaró.
¿Y qué dice la gente? Más allá del circo que motiva y moviliza a quienes asisten a los autódromos, los mediocres espectáculos propiamente dichos no gustan. Los que ven los GP en vivo y el directo y los millones de espectadores que siguen a la categoría en el mundo por televisión sufren la falta de sobrepasos, las luchas. Incluso, la falta de ruido de los motores, todo un clásico. La “culpa” es de los motores híbridos turbo completamente nuevos, que la FIA defiende y que, más allá de su condición de “ecológicos”, están llevando al show y al negocio a un inminente peligro.
Las carreras no gustan; el reglamento 2014 las hizo complejas en todo el fin de semana, y faltas de sorpresa.
El dominio de un solo equipo resta interés desde todo punto de vista. Además, frena el ímpetu por el desarrollo.
Quitarles ruido a los motores fue en contra del show. Se están haciendo pruebas para cambiar, hasta aquí fallidas.
Medios españoles dijeron que bajó el interés del público que asiste a las carreras y también de los medios acreditados.
Una F-1 devaluada no sólo va en contra del deporte, sino también del negocio: puede haber fuga de auspiciantes.