ACTÚA HOY Y MAÑANA

• A las 20.30 en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601). Entrada libre y gratuita.

Resulta imposible escuchar a Luisa Kuliok, saborear su encanto aún en la impersonalidad de una charla telefónica, y relacionarla con aquella de la que tanto hablaron los programas de chimentos en el último verano. La actriz que supuestamente había pedido no hablar con la prensa, la de las peleas con José María Muscari y Nazarena Vélez, la de la presunta cachetada a una compañera, no aflora en esta conversación. Kuliok más bien se muestra enérgica, feliz con su presente y con la posibilidad de actuar en Tucumán, y no esquiva ninguna pregunta. Dirá después que los escándalos de la temporada, más que debilitarla, le han enseñado, y que “Las obreras” -la obra que viene a representar en la provincia- fue un salvataje en medio de la tormenta mediática.

- ¿Cómo es tu personaje?

- Mi personaje maneja la lavandería en la que transcurre la obra. Una mujer de carácter, que ha sufrido mucho, pero que tiene un vínculo de alegría con la vida. Nació en un conventillo y a los 12 años tuvo que prostituirse porque su madre murió y tenía siete bocas que alimentar. Trabaja en la lavandería y de ninguna manera quiere volver a lo anterior, pese a que a las mujeres se les paga la mitad que a los hombres, que ya es poco. Esta mujer cuida a sus compañeras, le importan, les ofrece humor y canto, cosas que las mantengan vivas. Y aparece una delegada (Mónica Santibáñez) que quiere hacer entender a los trabajadores que tienen derechos y deben luchar por ellos. En principio todos estamos en contra de ella, no le creemos. De a poco, suceden transformaciones extraordinarias, tanto en los actores como en los espectadores.

- ¿Qué puntos de identificación encontrás con tu personaje?

- Como mujer siento que hay mucho camino que ganar todavía. Es permanente la atención que debemos poner en mantener vivos nuestros derechos, en sostener los adquiridos y en seguir ganando otros. Lo que pasó en 1904, que parte de un hecho real en una lavandería de Avellaneda, sigue existiendo: las mujeres aún no tenemos los mismos lugares que los hombres, ganamos menos, y se nos critica y exige más. Hay una tarea de filigrana que seguir haciendo. Siempre trato de trabajar en espectáculos que tengan que ver con la reflexión.

- El director, Joaquín Bonet, dijo que te cargaste la obra al hombro, ¿qué significa eso?

- (Ríe) No sé claramente. Le agradezco porque me dio un lugar de mucha confianza y responsabilidad. Creo que habla de una actitud, porque sabe mi manera de trabajar y mi compromiso dentro y fuera del escenario. Al encabezar una propuesta, aunque no se lo proponga, uno hace una bajada de línea en la forma en que encara el trabajo, Y él sabe que soy respetuosa de la tarea de todos, que estoy convencida de que no se puede hacer nada sin el otro. Yo puedo encabezar esto, pero en el escenario cada actor tiene que estar vivo; si no está presente en totalidad, la obra no saldrá como tiene que salir.

- ¿Cómo fue saltar de la obra de Muscari a una producción del Cervantes?

- Empecé a ensayar “Las obreras” el año pasado y tuvimos dos meses de funciones. Y mientras la hacía, ensayaba “Familia de mujeres”. Fui muy feliz porque la propuesta había venido de un director que hacía tiempo quería trabajar conmigo, y me interesaba hacer algo diferente. Un actor debe estar entrenado para hacer todo y yo lo estoy, porque no paro de trabajar. Un día Muscari me decía “probá el personaje de esta manera”, me hacía hacer una cosa totalmente distinta y me sorprendía bastante mi resolución inmediata. Eso es porque estoy entrenada. Los actores tenemos este instrumento que es el cuerpo y, como un violín o un piano, tenemos que ser capaces de tocar todas las notas. Yo no paro de prepararme porque nunca se termina el camino, siempre hay algo para mejorar. Así que fui muy feliz con el estreno y todo lo que pasó en los primeros días. El resto no corre por mi cuenta.

- ¿Muscari nunca más?

- Sería pecar de mucha omnipotencia decir “nunca más”. De momento, me alejo completamente de la mayoría de la gente que estuvo involucrada en ese proyecto. Igual para mí fue un gran aprendizaje. Cada uno es su propia historia. Yo tengo 38 años de profesión: la gente me conoce, soy de una manera, no de dos, en todos los proyectos que encaro. No tengo nada que ver con lo mediático. ¿Si me arrepiento? No, porque uno se arrepiente de un daño que hizo y ese no es mi caso. Hice dos funciones impecables, resistiendo todos los días. Eso me midió a mí misma: vi mi capacidad de resistencia y aprendí cosas de mí.