MADRID.- Mañana cumplirá 75 años. Pero no los celebrará viendo un partido de tenis del Master 1.000 de Madrid, su obra cumbre. “Estoy dos o tres días y debo irme. Voy a ver a mis hijos a Montecarlo. También voy a trabajar a Rusia y a Alemania. Vivo en un avión”.
El autor de esta frase no es otro que el rumano Ion Tiriac quien, según pasan los años, acrecienta su figura de personaje del tenis, ahora devenido en dueño del certamen que está en disputa en la capital española.
Sus opiniones elevan el interés por él. Según Tiriac, ni Roger Federer, ni Rod Laver, ni Rafael Nadal: el tenista más grande de la historia es Guillermo Vilas. Y lo justifica. “Es el mejor jugador de todos los tiempos juntos. Porque sin talento, sin una técnica especial, con seis u ocho horas entrenando cada día ganó todos esos Grand Slam, todos esos torneos”, dijo.
“Es como si me dices que un Seat compite contra un Ferrari y gana el Seat. Tienes que tener ese respeto por el Seat. En este caso por Vilas”, añadió el ex tenista, que fue entrenador del marplatense entre 1973 y 1982.
“Cada uno es distinto. Un talento como (Ilie) Nastase no lo comprás en el supermercado todos los días. La manera en que pegaba (Boris) Becker... no vi otro que pegue como él. Vilas es un trabajador que no existía antes”, insiste.
Tiriac recordó su tiempo como entrenador y mánager de Vilas, campeón de 62 títulos en su carrera, entre ellos cuatro Grand Slam. “Un entrenador le decía: ‘estás en el tercer piso, salta a la piscina’. No te preguntaba si había agua o no. Él saltaba”, dijo el rumano.
“El señor Vilas, por ejemplo, no podía funcionar de otra manera que jugando tres horas cada día, mínimo. Normalmente jugaba seis”, añadió el rumano en un acento mezcla de español de la Península Ibérica y de Argentina.
Además de Vilas y de Becker, Tiriac entrenó a figuras como el italiano Adriano Panatta y el croata Goran Ivanisevic.
Nadie puede borrar de la cabeza de Tiriac la idea de que el polvo de ladrillo azul es genial: él cambiaría mañana mismo el color de la superficie del torneo de Madrid. Y eso que parte del público y de los jugadores arremetieron contra él cuando impuso la variante en 2012. Pero a él no le afectó lo más mínimo. “Las críticas no me tocan. Ellos dicen: ‘este Tiriac que cambió, pobres jugadores...’ ¿Pobres jugadores? Si patino yo, patina el otro y el otro. Eso me dijo el señor (Roger) Federer, que es un gran jugador y ganó el torneo. Hoy no hay ley sobre el color, la ATP no la tiene. El día que metí el azul la primera vez en Stuttgart bajo techo, la gente dijo: ‘Ay, ay, ay, ay, ay: el tenis es rojo o verde, no azul’. Dos años después, US Open, Australian Open, todos con azul. Hacer el torneo de Madrid azul costó mucho, mucha plata, mucho tiempo”, agregó.
Tiriac también opinó sobre el público español, al que hay que educar según comentó. “Tiene que mentalizarse de que esto es una competencia internacional enorme. Nunca en este mundo un encuentro así progresó de cero a donde estamos hoy en 12 años ”, sugirió.
Tiriac, uno hombre experimentado en el mundo de los negocios, lamenta que el tenis no permita incluir novedades. “Cuando quieres cambiar una cosita te contestan ‘no’. Tú dices ‘quiero cambiar’ y te dicen ‘no’. Y es una lástima”, dijo el rumano, que haría las pelotas más grandes y fosforescentes para hacer el juego más atractivo y vistoso. “Con ellas se sacaría y se devolvería menos rápido”, sostuvo.
Sin embargo, hay algo en lo que Tiriac sí se mantiene clásico: la ropa: “Yo volvía al hábito blanco, porque tenía mucha más clase con él que con el blue jeans. Sí, hay jugadores que no quiero nombrar, que son elegantes. Y hay jugadores que parecen que vienen de un concierto hippie de los años 60. Cada uno con sus ideas, a mí me gusta lo clásico. Wimbledon hizo concesiones, pero muy pocas”. (DPA-Especial)