A mediados del año pasado, dos presuntos casos de abuso sexual en el parque 9 de Julio desencadenaron una serie de tomas en distintas facultades de la UNT. Las protestas se convirtieron en uno de los mayores conflictos que le tocó enfrentar al rector Juan Cerisola durante 2013 y se extendieron a lo largo de cuatro meses. Entre los reclamos de los alumnos sonó fuerte el pedido de mayor seguridad. En aquel momento, el Rectorado y el Gobierno acordaron la creación de un “corredor seguro” en el parque; es decir, una zona custodiada por policías para que los estudiantes puedan ir y volver de clases tranquilos. A casi seis meses del final de las manifestaciones, una de las principales exigencias de los estudiantes de Psicología continúa siendo la misma que en aquel entonces: más seguridad.
Está claro que mañana asumirá como decana la actual secretaria de Relaciones Institucionales y Comunicaciones de la facultad, Rosa Castaldo. Junto con Ana María Ortiz de Ferullo integran la fórmula oficialista que cuenta con el respaldo de Adela Estofán de Terraf, la decana saliente y candidata a vicerrectora de Eduardo Coletti. En los distintos espacios de la unidad académica la cuestión de la seguridad se repite de boca en boca. Por eso, da la impresión de que los alumnos están dispuestos a hace escuchar este reclamo.
“Caminás por el parque y casi no hay policías. Los pocos que podés encontrar están jugando con sus celulares. A pesar de las tomas y de las protestas, acá no cambio casi nada. El parque sigue siendo peligroso y oscuro”, denunció Lourdes Moreno, estudiante de cuarto año de la carrera.
“Una ya sabe que no puede salir sola de acá: siempre tenés que buscar a alguien que te acompañe, un amigo, un compañero o, directamente, caminar en grupo. Nadie está seguro en esta zona, mucho más cuando te toca salir tarde de clases”, agregó su compañera Carla Gramajo.
Además de la seguridad, los alumnos pretenden instalaciones más cuidadas y cómodas. “No me gusta que los pastos estén altos y que nadie se encargue de cortarlos. A veces uno quiere sentarse en los jardines a leer o a hacer tiempo entre clase y clase, pero se encuentra con un panorama muy descuidado”, se quejaron Martín Elizondo y Araceli Romero.
Estos chicos también hicieron hincapié en la necesidad de adecuar las instalaciones para la gran cantidad de alumnos que asisten a clases. “En las prácticas no hay problemas, pero cuando venimos a las teóricas el anfiteatro queda chico. Somos tantos que muchos se tienen que sentar en el piso o directamente se quedan afuera”, renegaron.
Otro reclamo que se repite de boca en boca: los alumnos se sienten rehenes de la fotocopiadora. Aseguran que les cobran varios centavos más por carilla fotocopiada que en otros comercios. El problema es que sólo allí consiguen los textos que necesitan.