En cuanto a lo deportivo, la segunda fecha del Rally Provincial en Aguilares tuvo lógica: los autos de las clases más competitivas fueron los más veloces. Así, los dueños del 1-2-3 de la general fueron Juan José Gil De Marchi, con el Citroën C3 Maxi Rally; Paulino Conte, con el Mitsubishi Clase 3 y Miguel Reginato, con el Renault 18 A-7.
Pero para que la lógica se diera, más que los pilotos, los organizadores pasaron de la sombra a la luz en minutos. El episodio ensombrecedor se produjo en el especial que unió Los Ríos con Kilómetro 2, en el que varios autos recibieron piedrazos. Antes de realizar la última de las cuatro pasadas por ese sector, se realizó una votación en una reunión de pilotos. La decisión fue no correr el octavo prime.
Luego se supo que fueron niños los autores de lo que consideraron un juego que podría haber terminado en tragedia. “No son problemas de la organización fueron cinco chicos, pequeños”, resaltó la corta edad de los protagonistas Gil de Marchi. “Si no hubiese sido por eso, todo habría salido 10 puntos”, estimó el aguilarense, que luego sería el artífice de que el rally de su tierra brillara al máximo. Conte también estuvo de acuerdo con su amigo. “Estuvo bien suspendido. Nosotros tenemos seguridad en el auto, pero si se va del camino y pasa algo grave, sería muy feo”, describió.
Por su parte, Reginato fue contundente. “Después de semejante esfuerzo que hacen para montar una carrera como esta, unos mocosos, que deberían estar en la casa, vienen y tratan de opacar un trabajo que era brillante”, sostuvo ofuscado el piloto dakariano.
Pero la revancha fue inmediata, para el público y también para la frustración de los organizadores. Lo que se vivió en el superprime del circuito municipal “Víctor Hugo Filippini” fue una fiesta. “Esperaba que sea así, pero no tanto. Me da cosa”, le comentó Gil de Marchi a LG Deportiva con la humildad que lo caracteriza.
“Juanjo” se lució con el Maxi Rally ante más de 1.200 personas. Los autos de menor porte largaron primero lo que favoreció al show porque el suelo se fue deteriorando acorde a las exigencias de las distintas categorías. Por ello, Gil De Marchi quedó para el final. La espera valió porque, además de las dos vueltas para completar la prueba, giró casi ocho veces más, sin dejar de acelerar al máximo. La gente deliró cada vez que el auto desprendía la tierra y más quedó cautivado cuando “Juanjo” bajó del auto; lo acorralaron. La foto era el cierre ideal para una competencia que pasó del apuro a la fiesta total.