“Si Lasi está implicado en esto, ¿porqué no habla? El pueblo ya está cansado de escuchar tantas cosas que se dicen”, afirmó ayer Francisco Ariel Tejeda, el primer detenido que tuvo la investigación por el crimen de las turistas francesas Cassandre Bouvier y Houria Moumni.
Tejeda fue detenido el domingo 31 de julio de 2011 a las 22 en la Quebrada de San Lorenzo por la Brigada de Investigaciones. Dos días antes habían encontrado los cuerpos de las víctimas. El hombre fue trasladado a la comisaría de esa localidad: en la cocina -dice- lo torturaron. “Me decían que yo era el asesino y el violador de las chicas y que me haga cargo”, relató.
La posterior denuncia que realizó Tejeda motivó que se abriera una causa por apremios ilegales, que aún está en trámite. Una decena de policías se encuentran procesados, acusados por esta tortura, y por otras que ocurrieron durante la investigación. “Me pegaban con la mano abierta en los oídos y trompadas en el estómago. Me llegué a hacer encima”, comentó el hombre entre lágrimas. Menos de 24 horas después de que lo detuvieran, recuperó su libertad por falta de pruebas.
Tejeda, que realiza paseos a caballo por un camino cercano a la Quebrada de San Lorenzo, dijo que cree que a las turistas las mataron en otro lugar y que luego arrojaron los cuerpos en el “Mirador” de la Quebrada. “Yo hubiera escuchado los gritos o los tiros”, expresó el testigo, y agregó que él organiza cabalgatas a unos 1.000 metros del lugar en el que encontraron los cadáveres. Sin embargo, manifestó que al “Mirador” es imposible llegar a caballo, por lo que no pudo explicar, según su teoría, cómo subieron los cuerpos hasta el lugar. “No sé nada, si me hubiera enterado lo hubiera dicho. Tengo tanta bronca aquí en el pecho por lo que me pasó a mí; pienso en los padres de estas chicas; se ensució tanto a mi pueblo”, lamentó Tejeda.
En la audiencia de ayer también declaró Raúl Sarmiento, otro ex imputado, y dijo haber visto cuando la Policía le “plantaba” un arma en su casa. Ese revólver fue adjudicado más tarde a Daniel Vilte Laxi, uno de los acusados. Además, unas balas de ese calibre fueron encontradas en el lugar del hallazgo de los cuerpos dos días después de los rastrillajes. Según declararon algunos policías en el juicio, los proyectiles habrían sido “plantados”.
Los otros testigos fueron Luis Alberto Ochoa, un preso que compartió celda con Gustavo Lasi (uno de los acusados por el homicidio) y que conoció a los otros imputados en la cárcel, y Diego Molina, un ingeniero que trabajó con Lasi en la secretaría de Medio Ambiente.