Por Antonio Requeni

- ¿Cómo definiría su estilo? -Es la primera pregunta. Seco, cortante, el novelista contesta:

- Un realismo disparatado.

- ¿Reconoce algún antecedente?

- Hasta hace poco, reconocía antecedentes, pero después de analizarlo mucho comprendí que eran los críticos quienes me habían hecho creer en esas influencias. Hoy los únicos antecedentes que reconozco son los cuentos que me contaba mi abuela.

(Hay algo de agresivo en las respuestas y en el tono de su voz. Lo que confirma mi impresión. Es la agresividad de los tímidos. Le pregunto entonces si la transformación operada en los últimos años, especialmente en América Latina, tiende a renovar aspectos formales, o pretende además reflejar una nueva visión de la realidad).

- Los novelistas como Cortázar, Carpentier, Guimaraes Rosa, Vargas Llosa y yo mismo-contesta- nos estamos dando cuenta de la verdadera realidad latinoamericana y para poder expresarla tenemos que experimentar nuevas formas, que tienden a resaltar más acertadamente esa realidad. Creo que escribir novelas es contar las cosas que le pasan a la gente. Antes se daba más importancia al paisaje, ahora queremos profundizar en los caracteres y en eso va incluido todo: el paisaje, las psicologías individuales, la situación política y social. Usted ve que ya no se hacen panfletos, ahora se escriben novelas.

- ¿Eso quiere decir que la novela es un sucedáneo del libelo?

- No -responde rápidamente-. La novela no es un sucedáneo, pero lo incluye. Una novela auténtica, en estos momentos, necesariamente debe constituir un testimonio social y político, pero implícitamente, a través del hombre, no como se hacía antes.

- ¿Cree que puede alcanzar trascendencia una novela que se escribe hoy en América, con una estructura y una expresión tradicionales, a espaldas de las experimentaciones de la novelística actual?

- Yo no niego la novelística anterior. Los defectos de que podía adolecer no eran el tratamiento, los procedimientos estilísticos, que no eran malos: había una forma distinta de ver las cosas.

- ¿Qué consejo le daría a un joven escritor latinoamericano con vocación de novelista?

- Que escriba mucho. El principal problema de los escritores latinoamericanos es que son escritores de domingo. No se dedican de lleno a la creación.

- De acuerdo -lo interrumpo- pero tenga en cuenta que muchos escritores, aún importantes, deben trabajar en otra cosa para vivir, para dar de comer a su familia…

- No niego que existan esas presiones económicas, pero es necesario romper con todo, hacer de la literatura el trabajo principal, y de lo demás el secundario. El gran ejemplo es Cortázar. Los trabajos forzados que realizó para subsistir fueron siempre secundarios. A un escritor auténtico le debe importar más su obra que comer.


* Publicada en La Prensa, en junio de 1967

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agolpedepluma.files.wordpress.com.
El premio Nobel de Literatura de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia.
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Caminando con la señora Hortensia Bussi, viuda de Salvador Allende y JUlio Cortazar.
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Gabriel García Márquez y el fotógrafo Vasco Szinetar. Esta fotografía fue tomada gracias al encuentro propiciado por Tomás Eloy Martínez.
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Junto a Tomás Eloy Martínez.
Con Juan Gelman
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Caminando junto a un rebelde de izquierda durante la apertura de las negociaciones de paz en San Vicente del Caguán. Reuters
Con su espos Mercedes a su llegada a Aracataca. Reuters
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