Todos juegan para Atlético, pero al “decano”, una y otra vez se le escapa la tortuga. Es cierto que los de 25 de Mayo y Chile no perdieron con Independiente Rivadavia, pero resignaron puntos en su casa que le hubieran permitido arrimarse a los puestos de ascenso gracias los empates de Defensa y Justicia e Instituto, y la derrota de Banfield. El panorama puede ser peor si hoy consiguen sumar de a tres Crucero del Norte e Independiente.
Pero lo que más les duele a los hinchas es que estas pérdidas de puntos vitales para mantener vivo el sueño del ascenso se concretaron en el Monumental. Ya lo había dicho el técnico Héctor Rivoira después de haber vencido a Douglas Haig: “Lo importante en esto es que todos los puntos se queden en casa”.
Y esa lectura es lógica si se tiene en cuenta la floja campaña de local que viene cumpliendo el “decano”. En 25 de Mayo y Chile disputó 51 puntos y sumó 30 unidades, gracias a los ocho triunfos, seis empates y tres derrotas que cosechó en lo que va del certamen.
Pero este déficit es mucho mayor si se tiene en cuenta que en siete ocasiones perdió oportunidades con equipos que tiene abajo en la tabla. A saber: perdió con Almirante Brown (1-0), Patronato (2-1) y Boca Unidos (1-0) y empató con Brown de Adrogué (0-0), Villa San Carlos (2-2), Ferro (2-2) e Independiente Rivadavia (1. En casa también empató con Instituto (2-2) y Defensa y Justicia (1-1), equipos que están más arriba.
Es cierto que quedan muchos puntos en juego. En total son 27, un montón si se tiene en cuenta cuán irregular es el certamen. Pero es muy difícil pensar si el “Chulo” podrá lograr ese despegue que tanto necesita el “decano”.
Por el momento, el entrenador prueba y prueba. Ayer lo hizo con Sebastián Longo como marcador de punta izquierdo (no funcionó y sólo cumplió cuando se adelantó en el campo) y con Javier Malagueño como volante central (sufrió muchímos y dejó en claro que rinde más formando dupla con Bruno Bianchi en la defensa). En el duelo contra la “lepra” también ensayó con tres conductores (Luis Rodríguez, Alfredo Carrizo y Guillermo Acosta), pero ninguno fue la solución que él esperaba. Esta situación complica el panorama si se tiene en cuenta que el margen de error es cada vez más pequeño.