WASHINGTON/BUENOS AIRES.- El Banco Mundial (BM) subrayó ayer que controles al tipo cambiario o al comercio como los que ha impuesto la Argentina deben ser solamente una medida paliativa temporal hasta que se encuentre una respuesta más “saludable”, que en el caso argentino pasa entre otros por mejorar la “confiabilidad” de sus instituciones.

“Es imposible mantener economías funcionando bien cuando los controles son demasiado grandes y permanentes”, dijo en Washington el economista jefe para América Latina y el Caribe del BM, Augusto de la Torre. América latina “es el laboratorio histórico de los controles”, ironizó y señaló que al menos de ello se ha sacado una enseñanza: que estas medidas pueden tener utilidad, pero sólo a “corto plazo”.

“Los controles son paliativos que dan espacio y oxígeno para que las autoridades puedan armar reacciones de política más permanente, y eso es lo que está pasando en Argentina”, valoró De la Torre.

El experto del BM se refería así a las limitaciones a la importación aplicadas por el gobierno argentino, que han provocado incluso escasez de bienes, así como a las restricciones para la compra de moneda extranjera y la intervención del Banco Central para contener la cotización del dólar. Al igual que lo hizo el martes último el Fondo Monetario Internacional (FMI), el BM colocó ayer a la Argentina a la retaguardia del crecimiento en la región, con una economía que este año apenas crecerá 0,5%, frente al 2,3-2,5% estimado para la región en su conjunto. De la Torre dijo, sin embargo, que la capacidad de crecimiento no es en sí un problema irresoluble en Argentina dadas sus características sociales y naturales, pero que tiene que prestar más atención a la “capacidad de amortiguación” de choques externos y trabajar en una mayor “confiabilidad” de sus instituciones para atraer inversiones. “El capital humano argentino y su riqueza natural es tal que sus condiciones para el crecimiento son muy favorables, pero necesita ponerle el énfasis en restaurar los equilibrios macroeconómicos e ir mejorando cada vez la confiabilidad de sus instituciones, para que los inversionistas locales e internacionales puedan hacer apuestas de largo plazo”, acotó.

En tanto, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, desestimó ayer el informe crítico del FMI que comparó al país con Venezuela por una fuerte desaceleración de la economía, a raíz del “sesgo ideológico” de sus técnicos. “No le debemos un dólar por lo que no puede condicionar” la economía del país, dijo.

Citando al político e intelectual peronista John William Cooke, Capitanich sostuvo que el Fondo “promete primaveras irrenunciables que nunca llegan e inviernos implacables que nunca fallan”. Y advirtió que “su rol debería haber sido apoyar el proceso de reestructuración voluntaria de deuda de la Argentina, pero por presión e imposición de banqueros y fondos buitres, no hizo absolutamente nada”. También criticó que las “recomendaciones” del FMI “han generado la peor crisis social, productiva, económica, fiscal y financiera de la historia de la Argentina”.

En medio de esta disputa verbal, el ministro de Economía, Axel Kicillof, participará en Washington de la asamblea conjunta del BM y el FMI. No sólo expondrá en la asamblea de primavera (boreal), sino que dialogará con autoridades del FMI sobre el capítulo IV de la carta de ese organismo, que establece una revisión anual de los principales indicadores económicos de sus países miembros. (DPA-DyN)