BUENOS AIRES.- Quizás desde que Juan Román Riquelme hizo el famoso comercial de papas fritas en el que finalizaba diciendo, con gesto adusto, “Riquelme está feliz”, el 10 vivió sus épocas más tristes. Su talento sigue intacto e incluso logró ganar dos torneos (Apertura 2011 y Copa Argentina 2012), pero algunos escándalos extrafutbolísticos y sus constantes lesiones, dan forma a la paradoja.
Ayer, en la victoria 3 a 0 sobre Godoy Cruz que le permitió a Boca recuperar la sonrisa tras cuatro partidos, fue uno de esos días en el que sí fue feliz. En su juego, en su gesto y en el área. Asistencias, manejo de pelota y hasta un gol, de penal para ponerse contento.
No era un partido más para Riquelme (venía de una lesión), Boca y Carlos Bianchi, su “segundo padre” según dijo en varias ocasiones. La tercera derrota consecutiva hubiese ensanchado aún más la crisis que vive el equipo y que logró hacer olvidar con un triunfo contundente.
Muy ayudado por Jorge Carranza, el arquero de Godoy Cruz que antes de irse expulsado faltando 10 minutos, cometió dos penales y casi no opuso resistencia en la definición de Emmanuel Gigliotti.
En el segundo penal, cuando todos pensaban que se venía el segundo del enganche, cedió la pelota al 9 y tras el gol, vino el abrazo y otra sonrisa. Una sonrisa que a Boca y a él le costaron tanto esbozar en estos años que aún sin pelear el título, se valora.