Primera escena destacada. Mónica (Mercedes Morán) recibe un llamado en el que le advierten que su hija Natalia (Mercedes Scápola) ha chocado su transporte escolar contra un taxi. En el lugar del accidente, la conductora -que lleva una vincha con orejitas- discute a lengua suelta con los policías; en vez de amansar a la fiera con susurros, Mónica anexa su vagón al tren de guarangadas que ya ha hecho arrancar la joven. El personaje de Morán ya está pintado: es irascible, desacatada y grosera. Se intuye, empero, que basta raspar un poco esa superficie para descubrir un interior blando y vulnerable.
Segunda escena destacada. Lorena (Florencia Bertotti) asiste a una entrevista de trabajo con el mejor (y el más vanidoso) cirujano plástico de Buenos Aires, interpretado por Mike Amigorena. Frente a sus pacientes con cuerpos de Barbie, el médico utiliza a la postulante como el ejemplo perfecto de cómo no hay que quedar tras una cirugía. Sin pedirle permiso, le dibuja flechas en las mejillas, y le pinta líneas rojas en los ojos y la frente; su cara es un pizarrón humillado. La joven lo soporta todo estoica, con una gracia que enternece y saca una sonrisa hasta al más duro. No hay mucho más que mostrar: aunque es verdad que todos los personajes de Bertotti se parecen entre sí, Lorena ya se ha metido al público en el bolsillo.
Con momentos cúlmines y otros más llanos, “Guapas” debutó el lunes con ranking auspicioso y promesa de entretenimiento inteligente. Todo se cumplió según los anticipos lo habían predicho: la piedra basal de la ficción es la quiebra de una financiera en la que las protagonistas (además de las mencionadas, se suman Isabel Macedo, Carla Peterson y Araceli González) tenían sus ahorros. Salvo Andrea (González) y Laura (Macedo), que son hermanas, ninguna de ellas se conoce entre sí, hasta que las protestas frente al banco fraudulento les aúna los caminos. Siete años después, han logrado un grupo heterogéneo, que cada tanto se reúne para exponer sus alegrías y miserias.
Sin embargo, la cena que las convoca en el episodio estreno marcará un punto de inflexión. Laura acaba de enterarse de que su ex novio, con el que ha intentado tener hijos durante años, está esperando un bebé con una compañera de trabajo. Molesta porque ninguna de sus amigas ha atendido a sus llamadas en medio de la crisis, se levanta de la mesa y se va, obligando a todas a subirse en un auto en el que la tensión se corta con una navaja. Discuten, se atacan entre ellas, aunque todo es súbitamente interrumpido cuando otro vehículo las choca con un tremendo impacto.
Sentadas las cinco en la misma camilla sanitaria, se sinceran casi a coro: ninguna ha hecho con su vida lo que esperaba hace siete años. Con las narices ensangrentadas y gasas en la frente, deciden que el siguiente será el primer día de su nueva vida. De una vida de guapas.
La propuesta de El Trece compite con “Señores Papis”, que Telefe tiene en el aire desde principios de año y de la que incluso podría decirse que es su análoga con personajes masculinos. El lunes, la novedad se impuso entre la audiencia y lideró las mediciones de rating en el prime time. La incógnita es qué ocurrirá con “Guapas” -que va de lunes a jueves, a las 23- y con su antecesora, “Mis amigos de siempre”, cuando tenga lugar el triunfal regreso de Marcelo Tinelli y su “ShowMatch”. ¿Alcanzará el horario central para tres estrellas tan luminosas? Adrián Suar hace bailar las piezas del rompecabezas.
ANÁLISIS
Aprendé a confiar
“Guapas” es “Guapas”. Esto, que a primera vista parece tonto de tan obvio, ayer no lo fue tanto. El día después del estreno, las devoluciones de críticos y público se centraron en dilucidar en qué paradigma cabe ubicar a la nueva comedia. ¿Es “Guapas” la nueva “Amas de casa desesperadas”? Entonces empezará bien, pero terminará perdida en su propio laberinto. ¿Es “Guapas” la nueva “Sex and the city”? Entonces abundará en clichés acerca de las supuestas formas de ser mujer. ¿Es “Guapas” la nueva “Locas de amor”? Entonces debería reforzar la profundidad, porque lo del lunes a la noche fue deliberadamente pasatista.
Pero, ¿por qué buscar moldes? ¿Por qué no esperar que -aunque nada existe sin influencias- un producto surja del cero absoluto? El primer capítulo de una tira es la mirilla por la que se observa apenas un porcentaje de la sala. Y sí, algunos estereotipos se han detectado en ese vistazo, pero ¿qué representación de la vida real los podría dejar de lado? Televidente, aprenda a confiar. No ha pasado tanto tiempo para que “Guapas” pierda su condición de promesa y todavía le queda un margen para que devele su identidad.