Olivier, un turista de Bélgica invitado por primera vez a una cancha de rugby, creyó asistir desde la tribuna del “serpentario” a una nueva coronación de Universitario. Le resultaba inverosímil que pudiera festejarse de tal manera el debut en un torneo al que aún le queda un mes y medio de ruedo.

Pero es que hay que ver lo que hizo el club de Ojo de Agua. Primero por el rival: CASI, eterno aspirante al trono de Buenos Aires. Y segundo, por la oportuna alquimia de transformar lo que era una derrota más cantada que el himno en una victoria a la que los entrenadores echarán mano cada vez que quieran recordarle al plantel lo que son capaces de hacer.

Es que ni la “serpiente” más venenosa tenía demasiadas esperanzas de un final alternativo al que preanunciaba la superioridad de CASI en el primer tiempo. Universitario no la vio ni de lejos y fue presa infractora de un adversario que controló todo: ritmo, pelota, formaciones y tanteador.

Ya en el complemento, y 19 puntos abajo, Universitario olvidó las sutilezas y salió a destruir. Cambios en la primera línea mediante, una gran escabullida de Lucas Barrera Oro le dejó el campo vacío a Gerónimo Mora para asestar el primer try y abrir el partido. De ahí en más, el local borró a su huésped de la cancha. CASI abrió la tapa del freezer y logró enfriar un poco el partido, aunque ya había renunciado por completo a su vocación de ataque y se refugiaba exclusivamente en sus 22 puntos. No le alcanzaron: la “U” fue forzándolo a cometer infracciones, y la puntería de Juan Rodríguez en los penales se encargó de dar vuelta el score. De yapa, otro try de Mora, para estirar al 31-22 final.

Martín Pintado lo resumió bien: “mucho tuvo que ver la charla en el entretiempo. Y pensar en que si vas a tirar la toalla así nomás, para qué perder tiempo viniendo a entrenar”.