En nuestra ciudad, como lo apuntado dicho varias veces, la piqueta ha trabajado a destajo. Cuando se examinan las viejas fotos, apena advertir la cantidad de inmuebles de valiosa arquitectura que un día fueron volteados sin compasión, a través de los años. Se comprueba, así, que nuestro patrimonio arquitectónico ha quedado reducido, en una gran proporción, a sólo eso: las amarillentas fotografías. Y sólo en el caso de que alguien haya querido conservarlas.
La que ilustra esta nota es uno de esos testimonios. Se trata de la casa de 25 de Mayo 492, penúltimo inmueble antes de la intersección con Santiago. Durante muchas décadas, sus líneas aportaron indiscutible elegancia a la vereda oeste de la primera calle citada.
La vivienda perteneció originalmente del doctor Sisto Terán (1871-1937), que fue presidente del Consejo de Educación y rector del Colegio Nacional de Tucumán. Luego residió allí, por varios años, el doctor Osvaldo Fonio, con su familia y su laboratorio bioquímico. El Museo Arqueológico de la UNT fue el último ocupante. Luego, vino la demolición al promediar los 70, sin que nadie hiciera oír algún tipo de queja pública.
En su erudito trabajo de 1973, “San Miguel de Tucumán 1800-1916. Desarrollo urbano y arquitectónico”, el arquitecto Alberto Raúl Nicolini destacaba especialmente esta casa. Expresaba que “su fachada, muy movida y delicadamente asimétrica, cubre una distribución funcional de ‘casa chorizo’ con una espléndida composición en argamasa, filigrana de hierro y vidrio, respondiendo a modelos del Art Nouveau-Floreale”.