“La verdad es que no siento nostalgia. Querría ir a ver a mi hermana, que está enferma y es la única que queda de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero eso no justifica un viaje a la Argentina: la llamo por teléfono y con eso alcanza. No tengo pensado ir antes de 2016 porque en América Latina estuve ya en Río. Ahora debo ir a Tierra Santa, Asia y Africa”. Lo admitió el papa Francisco, en una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera y con La Nación, en la que habló sobre distintos temas y sobre la imagen que él ofrece al mundo.

“Pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal”, dijo poniéndose serio.

A Jorge Bergoglio le gusta “estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias”, dijo, pero aclaró que no le gustan “las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco”. “Cuando se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano... Jamás se me ocurriría. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión”, interpretó el pontífice.

Al referirse al tema de los abusos cometidos por clérigos, el Papa señaló que “son tremendos porque dejan heridas profundísimas” y destacó que el papa emérito Benedicto XVI “fue muy valiente y abrió el camino” hacia la tolerancia cero en la Iglesia a los pederastas.

“La Iglesia en este camino ha hecho mucho. Quizás más que nadie. La Iglesia Católica es quizás la única institución pública que se ha movido con transparencia y responsabilidad. Nadie ha hecho más. Y sin embargo la Iglesia es la única atacada”, cuestionó.

En relación con el matrimonio igualitario, regulado en varios países, entre ellos Argentina, Francisco reiteró que “el matrimonio es entre un hombre y una mujer”. “Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como, por ejemplo, la obra social. Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad”, agregó.

Al ser consultado si le molestó que lo acusaran de marxista, sobre todo en Estados Unidos, el pontífice argentino respondió: “Para nada. Nunca compartí la ideología marxista, porque es falsa, pero conocí a muchas personas buenas que profesaban el marxismo”. Por último advirtió que la globalización “salvó de la miseria a muchas personas”, pero también condenó “a muchas otras a morir de hambre, porque con este sistema económico se vuelve selectiva”.