“Será mi penúltimo discurso”, lanzó una mañana, cuando febrero recién comenzaba. La semisonrisa, los ojos brillosos, las manos juntas y apretadas, y ese movimiento de cabeza hacia atrás repetido, típico de quien añora. Si no fueron expresiones de emoción, se les parecieron bastante. El gobernador José Alperovich comenzó a despedirse. El hombre que más poder concentró en las últimas décadas en la provincia lleva la cuenta exacta de los meses que le quedan en la Casa de Gobierno y la repite en público desde que comenzó el año.
Alperovich llegará hoy a la Legislatura con esa impronta. De hecho, adelantó que su discurso contendrá una mirada retrospectiva de sus 11 años de gestión. El número de escuelas nuevas y de viviendas construidas probablemente no faltará. Tampoco, quizás, las evocaciones a que nunca se habría hecho “en la historia” lo que en esta década. Sobre todo, según suele subrayar durante sus recorridas diarias, en materia de obras públicas y de orden financiero.
Alperovich, sin embargo, también entrará al recinto con la espalda cargada de preocupaciones. Lo que lo desvela es la realidad económica. El gobernador ha dedicado en los primeros dos meses del año más de la mitad de los minutos de sus conferencias de prensa en los medios y de sus audiencias oficiales a los asuntos económicos. En un contexto de crisis e incertidumbre, ajusta los cinturones para sus últimos meses de gestión. Gestión de la que ha comenzado a despedirse.