Frente a la Casa de Gobierno y alrededor de la plaza Independencia. En la entrada de la Terminal de Ómnibus. En los puentes de acceso a la capital. En las calles de ingreso al macro y microcentro. Las ristras de techos blancos y plafones amarillos se repitieron en todos esos sitios estratégicos de San Miguel de Tucumán. La protesta de taxistas desde las primeras horas de la mañana convirtió ayer el tránsito en un caos y cada uno de esos sitios en puntos de cruces entre los manifestantes y los automovilistas y los choferes que no se habían adherido a la medida.
Los controles, intimaciones y multas de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) por el registro de los conductores durante las últimas semanas llevaron a los sindicatos de propietarios y de peones de taxi a tomar la medida. Ocurre que, según advierten, la baja rentabilidad de la actividad no les permitiría “blanquear” a los empleados.
El reclamo
Antonio Rodríguez, titular de la Asociación de Trabajadores Involucrados en la Actividad Taximetrera (Atiat), subrayó que las exigencias del Estado no concuerdan con la “informalidad” con la que se trataría a la actividad. Recordó que desde que se creó el Sistema Único de Transporte Público de Pasajeros en Automóvil (Sutrappa), en 2006, piden facilidades para el registro de los trabajadores. “La Afip pretende cobrarnos como si estuviésemos en Buenos Aires, donde la bajada de bandera vale $ 12. Queremos que se haga un estudio de cómo hacer para que podamos pagar los aportes. Esto tiene que venir acompañado por un par de medidas”, expresó. Puntualizó, entre ellas, al aumento de la bajada de bandera y de la ficha (ítems que componen el valor de un viaje); la provisión de combustibles a precios diferenciales y el incremento de los controles para eliminar los autos ilegales y evitar que los que estén radicados en otros municipios levanten pasajeros en la ciudad. Rodríguez precisó que requirieron al Concejo Deliberante que aprueben una tarifa de $ 8 el mínimo y $ 0,70 la ficha (la bajada de bandera actual es de $ 4,50 y la ficha, de $ 0,38).
Francisco Lazarte, de los Peones de Taxis, se quejó porque el “estado está ausente” para la actividad. “Estamos invadidos por los truchos. Le damos al Sutrappa las direcciones adonde están y nada. Nadie quiere tomar medidas. (El intendente) Domingo Amaya tiene como enemigo al taxista. No quiso firmar nunca un aumento para nosotros, se hizo el tonto”, cuestionó.
Julio Rodríguez, de la Federación Nacional de Conductores de Taxis, manifestó que apoyan a Atiat y requirió medidas para aumentar las ganancias y para facilitar el registro de los empleados.
El ánimo de los manifestantes se fue caldeando con el paso de las horas, al no recibir las respuestas que esperaban. “No ganamos ni para la sal... Encima nadie apareció”, renegó José Enrique, un jubilado que maneja un auto y que estuvo desde las 7 en el piquete de Laprida y San Martín.
“Nos ignoran, nadie nos respondió. De ser necesario, nos quedaremos días aquí”, desafió Alejandro, un chofer que permanecía en el corte de 25 de Mayo y San Martín.
Cerca de las 19, se levantó la medida. “Se recibió un llamado telefónico con un compromiso para el jueves (mañana), cuando el gobernador (José Alperovich) y el ministro (de Seguridad) Jorge Gassenbauer regresen de Buenos Aires”, señaló Julio Rodríguez.
Las respuestas
Los taxistas pidieron la mediación de la Provincia y la acción del municipio. El amplio petitorio incluye temas de injerencia de una y otra administración.
Los taxistas fueron recibidos en le Concejo por miembros de la comisión de Transporte y habrían avanzado en algunos aspectos. Sin embargo, en la Casa de Gobierno no habrían tenido la misma suerte. Sin embargo, luego recibieron una comunicación telefónica que les llevó tranquilidad.
Las consecuencias
En algunos sitios donde hubo cortes se registraron incidentes. Automovilistas particulares enojados por las demoras cruzaron insultos con algunos taxistas. Por otro lado, también hubo tensión con los choferes que estaban trabajando. En varios casos, fueron obligados a plegarse a la protesta. “Haré la denuncia. Esto es como un secuestro. Me hicieron dejar los pasajeros y me patearon el auto. A otros les rompieron el parabrisas”, relató ofuscado un trabajador, en 9 de Julio y Crisóstomo. Allí un colega suyo que pretendía seguir su viaje fue golpeado y la Policía tuvo que intervenir.