Como en cada partido de visitante desde hace más de un año, Atlético no tendrá hinchas en las tribunas alentándolo esta noche, frente a Independiente. Así lo marca la medida impuesta por el Consejo de Seguridad. Eso significa que Cristian Lucchetti no recibirá su ovación característica en el arco que da a calle Bolivia, en el Monumental. Luis Rodríguez tampoco podrá señalar a los fanáticos ubicados en la Chile, si es que convierte un gol y Diego Barrado no escuchará los aplausos que suele generar en una de sus clásicas apiladas en el medio campo. Franco Canever, en cambio, no se perderá de ninguna aclamación. No sólo porque, como la mayoría en el plantel, es de los nuevos, sino porque, según parte del público, todavía no convenció con su juego.
“Son paradas bravas, se escuchan los murmullos”, dice el cordobés sobre su hábitat natural: la línea del lateral, pegada a la tribuna. “Sé que como es un equipo grande, quieren ir ganando a los 15 minutos, también me pasaba en Instituto”, confiesa Canever tratándole de encontrar una explicación a lo que desde el punto de vista de Diego Erroz, es una paradoja. El entrenador escogió a “Tato” como el lateral izquierdo indiscutido desde que llegó y nada parece hacer cambiarle de opinión.
“Por suerte Diego me dio esa confianza, aunque también es una responsabilidad. Se que he tenido partidos malos, no puedo hacerme el tonto pero también tuve partidos buenos y creo que no fui retribuido”, dice Canever, que jugó de titular ocho de los nueve partidos desde la partida de Ricardo Rodríguez. El único faltazo fue la semana pasada ante Ferro, cuando no estuvo ni en el banco. “Decidimos con Diego que descansara. El de San Juan fue un viaje matador”, explicó.
Una de las principales plataformas para la crítica en el fútbol por estos días son las redes sociales. El jugador tiene cuenta de Twitter e intenta no leer los comentarios negativos pero se le hace imposible no enterarse. “Lo que pasa es que desde tu entorno siempre te llega. A mi no me gusta leer esas cosas pero por más que no quieras terminás haciéndolo”, asegura.
El jugador podría hacer oídos sordos y confiarse de que complace a quien más le interesa: su técnico. Además, junto con su pareja, Carolina Gambandé, esperan a Benjamín, su primer hijo, para el próximo mes en lo que considera parte de un momento importantísimo en su vida y carrera, pero algo falta. “Quiero estar bien con los hinchas, ellos te tiran para adelante. Es lindo sentirse querido y no es grato recibir críticas en todo momento a base de cosas sin fundamento, muchas veces. Hay momentos que tienen razón pero otras no”, analiza.
“Yo sé como es esto, pasa en varios clubes. Esto es así hasta que ganás algo”, agrega el defensor ignorando quizás uno de los casos más extraños en cuanto a la relación hinchas-jugador se refiere en Atlético: César Montiglio. El volante es un histórico del club que consiguió ascensos a la B Nacional y a Primera y todavía sigue generando algunos abucheos en la tribuna, demostrando que no siempre la ecuación funciona con la perfección de una ciencia exacta y menos en el fútbol.
Después de todo, según cuenta el propio Canever, vino a Tucumán buscando otro clima. “En Instituto estaba muy cómodo pero pasaron algunas cosas con la dirigencia, el club se vino abajo y me fui para tomar algo de aire”, revela. Por ahora lo está encontrando pero sabe que podría ser aún más puro. El partido de hoy puede renovarlo por completo.