No es fácil resumir los ocho años que pasaron desde que Paulina Lebbos fue asesinada. A la impunidad que rodea al crimen se le suman las consecuencias que tuvo en la sociedad, con la modificación del sistema de taxis y remises de la capital, el tope horario y la creación de protocolos para la investigación de la Policía.
La poca iniciativa para encontrar a los responsables se evidencia en la fecha de los hechos relevantes. Entre 2007 y 2012 prácticamente no hubo medidas judiciales determinantes. Ese es uno de los argumentos en los que se basa Alberto Lebbos, el padre de Paulina, para acusar al Gobierno provincial de encubrir a los homicidas. (Accedé a una infografía interactiva)
Paulina tenía 23 años cuando desapareció. Tenía una hija y estudiaba la Licenciatura en Comunicación Social en la Facultad de Filosofía y Letras. Su padre cuenta que quería ser periodista. El 25 de febrero de 2006 a la mañana, la joven rindió un examen y decidió salir a festejar junto a unos compañeros.
Esa noche se reunieron en el departamento de Virginia Mercado, en La Rioja al 400. Fueron a bailar a “Gitana”, un boliche que estaba en El Abasto. Según afirmó la amiga de Paulina, de allí se retiraron pasadas las 6 y tomaron un remise en la esquina de avenida Alem y pasaje Gutiérrez. Mercado se bajó en su domicilio y subió hasta el departamento para acercarle la mochila de Paulina, quien seguiría viaje hasta la casa de César Soto (su novio y padre de su hija) en Estados Unidos al 1.200. Fue la última vez que se la vio, según este relato.
El remisero
Lebbos realizó la denuncia por la desaparición de su hija el 26 de febrero de 2006 a las 23 en la sede de la Regional Capital, según consta en la primera hoja del expediente. Desde ese momento comenzó la incesante búsqueda del Fiat Duna bordeaux con banderines en el techo, y en el parabrisas una calcomanía con tres círculos blancos con una estrella transparente en uno de ellos, de acuerdo a la descripción que dio Mercado.
Numerosos vehículos con características similares a las dadas por la amiga de Paulina fueron secuestrados. Según se determinó en la investigación, ninguna de las remiserías que funcionaban en la capital en aquel entonces usaba un logo como el que supuestamente tenía el Fiat Duna.
El cuerpo de Paulina fue encontrado el 11 de marzo por dos baqueanos, a la altura del kilómetro 2,8 de la ruta 341, en la localidad de Tapia. Un mes y medio más tarde apareció Juan Cruzado, un remisero al que le habían secuestrado el auto y que aseguraba que el 26 de febrero de 2006 había levantado a dos pasajeras en El Abasto, que una se había bajado en La Rioja y la otra en Cuba al 1.200 (a dos cuadras de la casa de Soto). Cuando Mercado tuvo que reconocer al remisero, dijo que Cruzado no era la persona que las había trasladado.
La declaración de Cruzado solventó la hipótesis del remisero sospechoso, aunque luego perdió intensidad. En el medio, durante una sesión secreta, el Concejo Deliberante capitalino unificó el sistema de taxis y remises (Sutrappa), por el cual todos los vehículos deberían estar registrados.
Los dichos de Cruzado pusieron el foco de la investigación en el novio de Paulina y en su entorno. Otras hipótesis hablaron de vendedores de droga en la Costanera, de un supuesto amante y de camioneros sospechosos. Ninguna fue descartada definitivamente.
Los “hijos del poder”
Prácticamente toda la investigación que llevó adelante el fiscal Alejandro Noguera en el mes y medio en que estuvo al frente de la causa tuvo como eje la declaración de Mercado, y se centró en la búsqueda del remisero. Ya con Carlos Albaca al frente de la pesquisa (Noguera fue apartado tras una polémica visita a la casa del gobernador José Alperovich), hubo otras pistas. Así se intensificaron las versiones de que Paulina murió durante una fiesta en la que habrían participado hijos de políticos o de empresarios.
El supuesto lugar en el que se produjo el crimen fue Raco, El Cadillal o El Siambón, dependiendo de la versión.
Sin embargo, en los pocos días en que Noguera estuvo al frente de la causa produjo más de la mitad de las fojas que llegaron a Diego López Ávila, el fiscal a cargo de la causa desde junio del año pasado.
La primera hipótesis que llegó a manos de López Ávila fue la pista “El Cadillal”, según la cual Paulina murió en una fiesta que se realizó en una casa de esa localidad, y que los responsables serían un hijo de Alperovich y un hijo de su secretario privado, Alberto Kaleñuk.
Esta última versión, junto a otras que se encontraban en el expediente, están siendo analizadas por el equipo de la fiscalía que lleva adelante la investigación. Nada está descartado, contaron fuentes judiciales.
Pasaron ocho años del crimen y el tope horario para poner un límite a la noche tucumana se extendió. Y las incógnitas de quién mató a Paulina, dónde ocurrió el crimen, y dónde tuvieron el cuerpo hasta que fue tirado en la ruta 341 siguen sin develarse. Pasan los años y, cada vez más, el nombre de Paulina Lebbos se convierte en sinónimo de impunidad.
Otros protagonistas
Luis Olivera.- El encargado de un “camping” de El Cadillal estuvo detenido el año pasado, acusado de haber colaborado en el ocultamiento del cuerpo de Paulina Lebbos. De acuerdo a una versión, en un “freezer” de su propiedad de guardó el cadáver hasta que fue arrojado a la vera de la ruta 341. Recuperó la libertad, pero aún continúa siendo investigado.
Héctor Brito.- El ex jefe de la Regional Norte está imputado por el encubrimiento del crimen de Paulina. Policías que estuvieron en la comisaría de Raco el día del hallazgo del cuerpo dijeron que fue él quien dijo cómo debían redactarse las actas, adulterando parte de su contenido.
Nicolás Barrera.- El comisario retirado era subjefe de la Policía cuando ocurrió el crimen, y está imputado por encubrimiento. Testigos dijeron que fue una de las personas que dio directivas para que se documentara que la Policía había hallado el cadáver, cuando lo habían hecho vecinos.
Juan Pedro Jiménez.- Vecino de César Soto, lo investigaron porque según algunos testigos había intentado seducir a Paulina. El 26 de febrero de 2006 a las 9 había salido en su camión hacia Río Cuarto, lo que hizo que una comisión especial viajara hasta esa ciudad cordobesa para buscar a Paulina. El camión fue sometido a pericias y se extrajeron muestras, aún no analizadas.