Hay 18 millones de pesos que, con no tan libre disponibilidad, puede ejecutar el Ente Cultural. Su presidente, Mauricio Guzman, precisó detalles del presupuesto en una entrevista que publicó LA GACETA el pasado 17. Se sabe, la “burocracia” estatal entregará ese dinero según lo disponga el Ministerio de Economía, finalmente; está claro que no son ingresos que el Ente los tiene ya, en su cuenta. Del total de los 85,5 millones otorgados para 2014, 67,5 millones se destinan a los salarios del personal, de una planta de 600 empleados, según Guzman.

¿Qué se hace con esos 18 millones, a qué se atribuyen? Nadie puede dar una respuesta exacta, porque el Ente Cultural no sólo recibe esa plata (ya se aclaró, en tiempos que no son los deseados), sino que, durante el año gran parte de su actividad está “bancada” por programas nacionales. Para dar un ejemplo: no son pocos los espectáculos que se agendan en el Septiembre Musical, que son “enlatados”, es decir, los envía directamente la Secretaría de Cultura de la Nación, y como máximo, aquí se liquidan hotelería y viáticos; no se pagan honorarios ni transporte. Muchos artistas locales, cuando reclaman la mezquindad de sus contrataciones, deben tener en cuenta este aspecto. Si un pintor o escultor tucumano quisiera exponer en el Museo Timoteo Navarro, la mayoría de las veces debe pagar hasta el catálogo; pero un artista nacional tiene abiertas las puertas, porque poco o no nada le cuesta al Ente Cultural, si es que forma parte de algún programa de la Dirección de Artes, de la mencionada Secretaría de Cultura.

¿Qué se hace con esos 18 millones, a qué se atribuyen? El Ente Cultural cuenta con cuerpos artísticos (todos profesionales) que reciben un sueldo, por lo que 20, 30 o 40 presentaciones al año en la provincia, casi no cuestan nada. Es un capital artístico (teatro, danza clásica y contemporánea, coros, orquesta, títeres), en este caso, de libre disponibilidad. Falta, eso sí, una programación adecuada en algunas áreas, como la del Teatro Estable, en particular. Es cierto, para la puesta de determinadas obras se realizan contratos con artistas ajenos a los elencos, que son necesarios.

¿Qué se hace con esos 18 millones, a qué se atribuyen? Cuando se requieren refacciones de salas o museos (un recurrente problema), el Ente Cultural puede llamar a la Dirección de Obras Públicas. Otra cosa, que sí significa un costo, es cuando desee instalar un sistema de seguridad especial, o remodelar alguna área (para tener en cuenta: el recientemente reinaugurado Museo Atahualpa en Acheral le costó al Ente Turismo medio millón de pesos).

El Ente Cultural no solo cuenta con el presupuesto mencionado y los “enlatados” que gustosamente le envía la Nación (“paquetes” que tiene preparados para todo el país); también, con el manejo de los fondos de la Ley de Teatro Independiente 7.854, sobre los cuales siempre hay encendidas polémicas con los teatristas independientes, que son quienes, en rigor, dan vida a la actividad en la provincia. Además, como ocurrió el año pasado, está la posibilidad a mano de ampliar las partidas.

¿Qué se hace con esos 18 millones, a qué se atribuyen?

Hasta aquí, pareciera que gran parte de ese dinero se utiliza para pagar contratos y aportar a distintos proyectos, algunos de los cuales son públicos.

Pero finalmente, no está claro qué sucede con esa verdadera “caja negra”, que año tras año resulta sospechosa. Una buena medida para transparentar la gestión sería informar sobre su movimiento.